Todos, quizás, hemos sufrido el menosprecio de alguien más. En el contexto de la familia, el trabajo o el ministerio, el menosprecio ajeno o propio representa una de las actitudes más difíciles de soportar para cualquier persona. La historia está llena de hombres y mujeres menospreciados por su apariencia física o su capacidad intelectual, no obstante, con el tiempo estas personas menospreciadas se convirtieron en ejemplo de superación y en algunos casos cambiaron el curso de la historia universal. Ejemplos como los de Napoleón, Beethoven y Thomas Alba Edison, por nombrar sólo algunos, dan cuenta de ello. La Biblia por supuesto, no es la excepción al incluir personajes relegados, menospreciados o tenidos en poco. En esta ocasión, quisiera abordar el caso de David cuando aún era un pastor de ovejas. En su época, cuidar ovejas se trataba del oficio menos honroso en Israel, de modo que probablemente se pueda comparar con destapar coladeras o lavar baños el día de hoy. Esto no sig...