Camino a la ciudad de San Luis Potosí, tuve la oportunidad de parar en el ex Distrito Federal para apreciar nuevamente el tesoro nacional que alberga el Castillo de Chapultepec o Museo Nacional de Historia. Desde mi punto de vista, este es el lugar más mágico de la capital del país.
Este es el único castillo real en todo el continente americano y ha sido testigo de numerosos episodios de la historia de México que influyeron de forma decisiva en la formación del país como lo conocemos hoy. Por eso y más, pienso que todo mexicano debería visitar al menos una vez este sitio para conectarse con la historia y entender así el origen de nuestra nación, su presente y descifrar su futuro.
¿CÓMO LLEGAR?
En la Ciudad de México, sobran las formas de llegar a Chapultepec. La que yo utilicé por considerarla muy práctica, rápida y barata es el metro. En mi caso, tomé un metro en la línea 8 para transbordar en la estación "Salto del Agua", que pertenece a la línea 1, para de ahí dirigirme a a la estación Chapultepec.
La salida de la estación queda a pocos metros de la entrada del bosque, por lo que creo es una excelente opción para arribar. Como seguramente ya saben, el costo del boleto es de $5 pesos por persona en viaje sencillo, así que resulta bastante accesible.
Al entrar al bosque, una de las primeras cosas que vas a notar es el "Altar a la Patria", erigido en honor a los héroes que cayeron en la batalla del 13 de septiembre de 1847 en Chapultepec.
La salida de la estación queda a pocos metros de la entrada del bosque, por lo que creo es una excelente opción para arribar. Como seguramente ya saben, el costo del boleto es de $5 pesos por persona en viaje sencillo, así que resulta bastante accesible.
Al entrar al bosque, una de las primeras cosas que vas a notar es el "Altar a la Patria", erigido en honor a los héroes que cayeron en la batalla del 13 de septiembre de 1847 en Chapultepec.
Altar a la Patria
En torno a este monumento, se dice que en él descansan los restos de los 6 niños héroes que defendieron el entonces colegio militar de los invasores norteamericanos. La realidad es que esto es muy poco probable dadas las circunstancias en que fueron hallados las osamentas ahí colocadas. La historia es más o menos la siguiente:
En 1947, año en que se cumplían 100 años de la invasión norteamericana a nuestro país, el presidente de los Estados Unidos Harry Truman se preparaba para realizar una visita de estado a México. Casualmente, pocos meses antes que esto ocurriera, se encontró una fosa común con 6 cadáveres, en una de las laderas del cerro. Por orden presidencial, los cuerpos fueron examinados por "expertos peritos", quienes determinaron que "indudablemente" se trataba de los 6 niños héroes. Finalmente, el presidente Truman hizo acto de presencia en Chapultepec, guardando un minuto de silencio y entregando una ofrenda floral en el lugar además de la bandera tomada del castillo como trofeo de guerra (la misma que nos contaron en la primaria que fue salvada por Juan Escutia arrojándose del castillo). Afortunadamente, en un acto de patriotismo y sentido común, horas después durante la noche, alumnos del colegio militar vestidos de civil tomaron la ofrenda floral y la aventaron en la puerta de la embajada de Estados Unidos. A título personal, aplaudo la decisión de esos soldados.
Dejando un poco de lado la historia, continuamos con el recorrido y encontramos la rampa de acceso al castillo. El costo de admisión por persona es de $65 pesos. Al subir, se siente un poco el efecto de la altura de la Ciudad de México, pero no es nada del otro mundo. La explanada del castillo es espectacular. La vista de la ciudad que se obtiene ahí es excepcional.
Vista desde el castillo hacia la Avenida Reforma, antes llamada Paseo de la Emperatriz
Al ingresar al recinto, algunos de los primeros objetos que se pueden apreciar son los carruajes de los emperadores Maximiliano y Carlota y del presidente indígena Benito Juárez.
Carruaje de gala de los emperadores Maximiliano y Carlota de México
No es por ser mala onda, pero de inmediato se nota la diferencia entre uno y otro. Como dato curioso, el carro de gala de los emperadores sólo fue utilizado una vez mientras que el de Juárez fue usado tantas veces, que al ser éste un poco pasado de peso, su silueta quedó marcada en uno de los sillones del interior.
Carruaje de Benito Juárez
Debido a que personalmente siento mucha empatía con la historia de los dos imperios mexicanos, me permitiré mostrarles algunas cosas que tienen que ver con Maximiliano y Carlota. En primer lugar, encontramos uno de los vestidos de la emperatriz junto a uno de sus abanicos. Así como Carlota usaba prendas de gran esplendor, también utilizaba otras de tipo muy sencillo. Incluso, existe un cuadro de Maximiliano en el que Carlota aparece vestida como indígena, como si se tratase de una muestra de cariño y admiración por los pueblos tradicionales de México. No olvidemos que a ella se le conocía como "mamá Carlota" entre la población.
Vestido de la emperatriz Carlota de México
Cuadro que presenta a Maximiliano vestido con su traje de la marina austriaca. En la esquina inferior derecha, se observa a Carlota en el suelo, vestida como indígena.
Cuadro que presenta a Maximiliano vestido con su traje de la marina austriaca. En la esquina inferior derecha, se observa a Carlota en el suelo, vestida como indígena.
Por otro lado, es interesante conocer la historia de la cocinera de Carlota. Se dice que al no poder tener hijos, recurrió a los servicios de una bruja o curandera tradicional, quien le recomendó el uso de toloache. Es bien sabido que esta hierba posee propiedades neurotóxicas que resultan en la alteración de la personalidad de quien la consume, por ejemplo, ocasionándole episodios paranoides. Aunado a esto, la situación caótica del país en la época de su imperio y el estrés que conllevaba ser la esposa de un hombre infiel, (Maximiliano construyó la carretera a Cuernavaca para tener encuentros con su amante), quien además tenía los días contados en el poder, la orilló a mandar pintar ángeles en el techo para sentirse protegida de cierto modo. No obstante, por el temor de morir envenenada, obligaba a su cocinera a recluirse en un dormitorio especial, del cual sólo podía salir hacia la cocina para preparar los alimentos y después regresar al mismo espacio, sin tener derecho a convivir con el mundo exterior.
Dormitorio de la cocinera de Carlota
A propósito de la comida, durante el imperio de Maximiliano y Carlota, México conoció una variedad de platillos y postres nunca vistos en estas tierras, como las salchichas, las milanesas, los croissants, las tartas, por mencionar sólo algunos ejemplos. Para fortuna de los mexicanos, el comedor original de los emperadores sobrevive aún junto con la vajilla imperial, formada de 300 piezas de plata pura, regalo de Eugenia de Montejo esposa de Napoleón III.
Comedor imperial
Finalmente, uno de los espacios más íntimos de los emperadores también se encuentra en exhibición y se trata de la recámara real. Como se puede observar, el buen gusto de ambos está presente en la decoración y a título personal me parece increíble que haya sobrevivido a la rapiña de los simpatizantes de Benito Juárez.
Recámara de los emperadores
El Castillo de Chapultepec es en general un lugar mágico que nos hace regresar en el tiempo para encontrarnos con buena parte de nuestra identidad nacional. Por eso es un lugar imprescindible de conocer para todo buen mexicano que aprecie su historia y cultura. Se estima que dentro de 30 años quedará cerrado al público debido al deterioro natural que sufre su construcción por sus casi 300 años de existencia y a la carga que representa recibir miles de visitantes cada día. Espero que alguno de los que leen este blog, en caso de no haber visitado este lugar, pueda hacerlo pronto, porque vale mucho la pena darse el tiempo de recorrerlo. ¡Hasta la próxima!
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