RECORRIDO EN ORIZABA
Orizaba es una ciudad increíble. En los últimos años ha
vivido una transformación notable en muchos ámbitos gracias al impulso que se
ha dado al turismo nacional. Desde que se nombró “Pueblo Mágico”, la ciudad ha
crecido de forma importante: se han inaugurado plazas comerciales, centros de
recreación y se ha diversificado la oferta cultural del lugar.
Desde que llegué a esta ciudad, no había tenido la
oportunidad de realizar ciertas actividades recomendadas para los visitantes.
Afortunadamente, vivo cerca de muchas de las atracciones existentes, sin
embargo, por distintas razones no había sido posible disfrutarlas. Debido en
parte a que falta poco tiempo para mudarme de Orizaba, opté por realizar
algunas cosas antes de cambiar de lugar de residencia.
En primer lugar, decidí llegar al eco parque del Cerro del
Borrego. Este sitio ya lo conocía porque había llegado usando el teleférico en
un par de ocasiones, pero jamás había subido a pie por una de las laderas del
Cerro del Borrego. Tal como lo he mencionado anteriormente, es un atractivo
imperdible de Orizaba.
Subir a pie no es tan complejo como parece. De inicio, hay un
acceso establecido cerca de la calle Sur 16 que comienza con una serie de
escalones construidos para favorecer el ascenso de los visitantes. Pero como es
de esperarse, esta facilidad brindada por el hombre cubre apenas los primeros
metros del recorrido, por lo que se debe seguir posteriormente a través de un
sendero natural formado por raíces de árboles y piedras.
En estos momentos de mi vida, mi condición física dista mucho
de ser la mejor. De hecho, tuve que parar en varias ocasiones para tomar aire y
recuperarme un poco del agotamiento físico que implica recorrer 1200 metros
cuesta arriba a través de un montón de piedras y raíces que hacen la función de
una escalinata natural. Quienes tienen experiencia en esto, aseguran que el
recorrido toma aproximadamente 15 minutos para aquellos que gustan de hacer
ejercicio y están acostumbrados al esfuerzo corporal. A mí me tomó 50 minutos
subirlo, debido -claro está- a la pereza acumulada a lo largo de varios meses
para hacer ejercicio cardiovascular.
Finalmente, después de muchos apuros y considerar seriamente
abortar la misión, llegué a la cima.
La foto de la victoria
Cuenta la leyenda que los foráneos que consiguen subir caminando
el Cerro del Borrego, después de algún tiempo, por alguna razón u otra, se
quedan a vivir en Orizaba. Por supuesto, no puedo asegurar si este relato
popular es cierto o no. Sólo sé que el destino de una persona, particularmente
si es hijo de Dios, no depende de lo que dicta una leyenda, pero si al Señor le
placiera que radicara permanentemente en Orizaba, me parecería una idea genial
del Creador.
CASA DE LA LEYENDA
Si hay algo que admiro de las personas es el respeto que profesan
por su pasado, especialmente por su influencia cultural. Entiendo que en muchas
ocasiones no todas las influencias del pasado son positivas, pero creo
firmemente que un individuo, una familia, ciudad o nación que desconoce su
pasado y no valora el legado cultural que generaciones anteriores le han
heredado, difícilmente podrá entender el presente que vive y menos aún trazar
un futuro mejor.
Orizaba es una ciudad que cuenta con diversas leyendas de
diferentes tipos, mismas que han perdurado a pesar de los embates del tiempo,
transmitiéndose de forma verbal de generación en generación. Para asegurar que
esta tradición continúe, el gobierno municipal creó hace un par de semanas la
llamada Casa de la Leyenda.
De inicio, deben saber que el sitio donde se ubica es
significativo en la historia de la ciudad pues se trata de las instalaciones de
la antigua Casa Consistorial de Orizaba, que se encuentra justo detrás del
famoso Palacio de Hierro. Este espacio fue destinado originalmente como sede
del Palacio Municipal allá en los años finales del siglo XVIII, pero más
adelante fue utilizado también como cárcel, por lo que se cuenta que en su
interior acontecen sucesos paranormales. Todos los relatos que leerás a
continuación, los puedes encontrar en este lugar.
ORIGEN DEL NOMBRE
“ORIZABA”
El
nombre original de la ciudad es Ahuilizapan, cuya etimología se compone de
“Ahauializapa” que significa “alegría” y la preposición “Apan” que significa
“en o sobre el agua”, por lo que literalmente significa “alegría en el agua” o
“alegría sobre el agua”. Sin embargo, con la llegada de los españoles, este
nombre comenzó a cambiar de modo que en 1522, Hernán Cortés en su “Tercera Carta
de Relación” al Emperador Carlos V escribió “Aulicaba”. Más adelante, en cierto
relato por escrito, se utilizaron de forma indistinta los nombres “Oricagua” y
“Aulicaba”. En 1542 se redactó un documento anónimo sobre datos de la región,
en el cual se aprecia el nombre Abricaba. Finalmente, en 1568, Bernal Díaz del
Castillo, en su libro “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”
escribió “Orizaba”, nombre que recibe actualmente la ciudad.
Escultura en piedra que
muestra la representación gráfica de Ahuilizapan, tal como aparece en el Códice
Mendoza
LEYENDA DEL POYAUHTÉCATL
Esta
leyenda está relacionada con el origen del Pico de Orizaba (el volcán más alto
de México). Se dice que en los tiempos de esplendor de la cultura Olmeca -la
denominada cultura madre del continente-, vivió una guerrera llamada Nahuani.
Esta mujer se hacía acompañar de su amiga y compañera Ahuilizapan, que a su vez
era un águila pescadora.
En una de las batallas más sangrientas que tuvo que
enfrentar, Nahuani fue derrotada y murió en el campo de batalla. Al enterarse
de esto, su amiga Ahuilizapan se elevó hasta lo más alto del cielo y se dejó
caer a la tierra. En el lugar en que cayó, poco a poco se fue formando una
montaña que con el pasó del tiempo se convirtió en un enorme volcán: el
Poyoauhtécatl (hoy Pico de Orizaba).
El dolor que embargó a Ahuilizapan perduró a través de los
siglos y al cabo de muchos años recordó lo sucedido a Nahuani, por lo cual hizo
estallar su furia a través de numerosas erupciones. Por tanto, para controlar
su ira, los pueblos aledaños debían subir a lo más alto del volcán para rendir
culto a Nahuani, la eterna amiga de Ahuilizapan.
LEYENDA DE QUETZALCÓATL
Se cuenta que cuando Quetzalcóatl era el máximo regente del
reino de Tula, se le dio a tomar una bebida misteriosa preparada por
Tezcatlipoca -antagónico de Quetzalcóatl por envidia de su prosperidad- lo cual
derivó en la partida del protagonista a Tlapalla, a donde fue acompañado por
una multitud de sus discípulos. El hombre llamado “serpiente emplumada” partió
hacia el oriente y llegó a Cholula, donde permaneció 20 años, al cabo de los
cuales se dirigió a Ahauializapan. Entonces, rodeó la “Montaña ardiente del
Poyauhtécatl” (Pico de Orizaba) y se dirigió a Qletchalan, donde se embarcó en
una canoa, cuya popa ostentaba dos víboras entrelazadas, para dirigirse al
oeste de Coatzacoalcos donde desapareció.
Después de morir, sus restos fueron llevados al punto más
elevado del Poyoauhtécatl, lugar donde vestido con ropas lujosas fue colocado
en una pira en la que el fuego lo consumió. Por tanto, sus cenizas se elevaron
al cielo, formando una espesa nube, en torno a la cual revoloteaban pájaros de
muchos colores, modulando sus alegres cantares. Posteriormente el espíritu de
Quetzalcóatl, transformado en Quetzal, triunfalmente se remontó al cielo. El
Sol se oscureció y durante 4 días se cubrió la tierra de tinieblas en señal de
luto. Sin embargo, poco tiempo después aparecería una señal en el cielo. Desde
entonces, se observa en la cima del volcán una estrella (el planeta Venus),
razón por la cual se le denomina “Citlaltépetl” o “Montaña de la Estrella”.
Pico de Orizaba, “adornado” en la mañana por el planeta Venus
LEYENDA DEL CERRO DEL
BORREGO
El Cerro del Borrego recibe su nombre debido a que durante
muchos años fue utilizado para el pastoreo de ovejas. Se levanta al oeste de
Orizaba a una altura aproximada de 1700 metros sobre el nivel del mar y como ya
se ha comentado anteriormente, fue testigo de una cruenta batalla entre
soldados mexicanos y franceses.
Con la finalidad de expulsar al ejército francés que ocupaba
la ciudad de Orizaba en 1862, el general del ejército mexicano Jesús González
Ortega se apostó en la cima del Cerro del Borrego junto a 2000 efectivos
nacionales, con la finalidad de poseer la mejor vista estratégica de la ciudad
para atacar a las tropas del general Lorencez. Sin embargo, se cuenta que un
soldado desertor, (otros aseguran que un indígena, aunque bien pudo ser una
combinación de ambos), informó de las maniobras del ejército mexicano al
general francés, motivo por el cual subieron durante la noche el Cerro de forma
sigilosa para atacar por sorpresa a la tropa mexicana.
El resultado como era de esperarse fue fatal para los
nuestros. Se estima que por causa de la confusión y el pánico resultantes,
alrededor de 2000 mexicanos perdieron la vida al defender sus posiciones en el
fuerte. Finalmente, los franceses se alzaron con la victoria en el lugar y
sepultaron los cadáveres en una cueva, donde erigieron una cruz de hierro en la
que grabaron una leyenda que dice: “Se inauguró este signo de paz el 15 de
agosto de 1862. ¡Quiera el cielo que sea respetado y se salve del ultraje del
tiempo y el furor de los partidos!”.
En la actualidad, se dice que en la cima del cerro,
particularmente durante las tardes cuando se encuentra nublado, suelen
escucharse diversos ruidos como gritos, quejidos y llantos, como los que se
escucharían en un campo de batalla.
LEYENDA DE LA SIRENA DE
OJO DE AGUA
Cuenta la leyenda que la noche del 24 de junio, un hombre caminaba
a un lado de la Laguna de Ojo de Agua, cuando de repente, vio surgir de las
aguas a una hermosa mujer, que en lugar de piernas tenía una cola de pez. Esta
mujer, era una sirena y su belleza lo había hipnotizado.
La sirena le pidió que a tomar a cuestas y que la llevara a
la iglesia más cercana, con lo cal lograría desencantarla. A cambio, le
otorgaría valiosos regalos, sin embargo, a cambio había una condición: oyera lo
que oyera y por más curiosidad que sintiera, mientras la cargara, jamás debía voltear
a verla.
Así lo hizo, y envolviendo a la sirena en un lienzo que
llevaba consigo, la tomó a cuestas y decidió caminar rumbo a la iglesia de
Santa Gertrudis, que era la más cercana. La tarea no parecía tan difícil, pese
a lo raro que resultaba aquella situación.
Al ir caminando, el hombre se dio cuenta que la mujer cada
vez iba pesando más y más, por lo que
cada cierto se detenía para recuperarse un poco. Continuó su andar, hasta que
de pronto se empezaron a escuchar voces y ruidos extraños que lo perturbaron. Pese
a esto, siguió su camino, aunque realmente no sabía por qué había aceptado
cumplir con aquella tarea.
Estando cerca de la iglesia, el hombre no pudo más, pues la
carga ya era demasiado pesada y aquellas voces y ruidos era insoportables, por
lo que decidió voltear. Su sorpresa sería mayúscula al ver que lo llevaba
cargando no era una mujer hermosa sino un monstruo. Sin pensarlo, arrojó a
aquel ser al piso y al hacerlo, escuchó un grito que exclamó: “¡Maldito, me has
hundido más!”.
Al poco tiempo aquel hombre murió. Pero se dice que cada 24 de junio, la sirena otorga una oportunidad a aquel valiente que sea capaz de cumplir con su encargo, y si logra vencer la tentación, ésta se desencantará y se convertirá en una mujer que entregará cuantiosos tesoros al afortunado.
Ilustración de la Sirena de Ojo de Agua en La Casa de la
Leyenda
LEYENDA DE LOS
CONDENADOS DE LA CASA CONSISTORIAL
Corría el año 1929 cuando un hombre llamado Germán cayó en la
cárcel debido a un asalto a mano armada que realizó a cierto joyero reconocido
en aquella época. Germán era malencarado y violento, además de alcohólico y
gustoso del dinero fácil, sin importar lo que tuviera que hacer para
conseguirlo. El castigo que se le impuso por su delito fueron 20 años de
prisión, el cual no le importaba mucho, pues pensaba fugarse de aquel lugar.
Tres noches antes de ejecutar su plan de escape, escuchó una
voz que lo llamó por su nombre:
-¡Germán, Germán!
El preso se asustó terriblemente, pues sólo había un custodio
en la planta del edifico donde se encontraba y no era la voz de esa persona.
Cuando logró recuperarse un poco, respondió:
-¿Quién me ha llamado por mi nombre y qué desea de mí?.
Entonces aquella voz le contestó:
-Mi nombre es Francisco. Mi alma vaga en pena desde 1926, año
en que morí a causa de una enfermedad terminal entre los fríos muros de esta
prisión en la que ahora te encuentras tú. Los últimos minutos de mi vida los
utilicé para maldecir a aquellos que me trajeron aquí por culpa de la Ley
Calles, sólo por ser sacerdote. Pero ahora, debido al odio que almacené en mi
corazón no puedo encontrar la paz. Ayúdame a alcanzar la luz y haz que mi alma
pueda descansar. Durante tres días seguidos eleva al cielo una plegaria en mi
memoria y encomiéndame al Creador. ¡Hazlo o quedaré condenado a vivir por
siempre en la oscuridad!
La voz cesó y aunque Germán se asustó muchísimo, logró
reponerse un poco del susto y pensó que seguramente la voz que escuchó era
producto de su imaginación y que no debía permitir que nada ni nadie le robara
la tranquilidad. Sin embargo, en su interior también pensaba: “Si acaso fueras
real, ¡ojalá te pudras en el inferno Francisco!”.
Pasaron los días y por fin había llegado el momento esperado
para escapar de la cárcel. El plan consistía en llamar al guardia para hacer
uso de la letrina y cuando este llegara, asesinarlo sin piedad. Decidido y
seguro estaba de llevar a cabo lo anterior, cuando de repente algo atrajo su
atención: De la pared que tenía enfrente, empezaron a salir poco a poco unas
manos y el cuerpo de un hombre que vestía un hábito comenzó a hacerse presente.
Se trataba de Francisco, el sacerdote que días antes le había pedido ayuda.
Germán pudo ver que de la cara del religioso caían varios gusanos y que su piel
se encontraba en estado de putrefacción, además que el olor que invadía la
habitación era como el del azufre.
La mañana siguiente, dos guardias entraron a su celda a la
hora del desayuno. No obstante, jamás imaginaron lo que encontrarían: el cuerpo
de Germán estaba colgando de una soga que a su vez colgaba del techo, con un
rostro que denotaba terror y la palabra “condenado” en su pecho.
Varias personas afirman que por las noches se pueden ver
sombras vagando por los cuartos de la Casa Consistorial. De hecho, el cuerpo de
Germán fue encontrado en donde se exhibe esta leyenda, y se cree que su alma
vaga en pena en busca de alguien que lo pueda ayudar a alcanzar el descanso
eterno.
Ilustración de la Leyenda de los Condenados de la Casa
Consistorial, en el recinto que lleva su nombre.
Se refiere que en este lugar, fue encontrado el cuerpo de
Germán, protagonista de la historia.
LEYENDA DE LA NIÑA DEL
ÁNGEL
Durante la primera década del siglo XIX, ocurrió el
fallecimiento de una niña, hija de cierta familia prominente en Orizaba. La
pequeña llevó en vida el nombre de Ana María Dolores Segura y Couto. Falleció
el 06 de julio de 1908 a la edad de 2 años y 3 meses a causa de meningitis.
Para honrar su memoria y perpetuar su recuerdo, sus padres
ordenaron la construcción de un monumento en el lugar donde yacen sus restos,
el cementerio Juan de la Luz Enríquez. Para ello, trajeron al mejor marmolista
que pudieron encontrar en esa época, quien esculpió la imagen de la niña
durmiendo cómodamente sobre una cama, detallando a la perfección su rostro,
cuerpo y el tamaño que tenía al morir. El trabajo que realizó fue impecable,
pues la estatua transmitía la esencia de la belleza y pureza de Ana María, lo
que hacía sentir a quienes la conocieron, que aún estaba viva.
Para asegurar
que la niña estuviera siempre protegida, sus padres mandaron a construir un
imponente ángel guardián que se encuentra en la cabecera de la tumba y vela su
sueño eterno.
Se dice que al salir el Sol, la sombra que producen las alas
es tal que no permite que la luz dé en los ojos de la niña y que la flor que
sostiene el ángel en su mano derecha, deja caer gotas de rocío cada mañana para
refrescar los labios de la pequeña.
Cuentan los panteoneros que algunas veces los piecitos de la
estatua aparecen llenos de lodo por la mañana, señal que por las noches, la nena
sale a pasear por el panteón al resguardo del ángel que a la distancia la
vigila.
Representación gráfica de la tumba de Ana María. Se observa
al ángel Guardián portando una rosa y a la niña paseando en el fondo del lado
izquierdo.
LEYENDA DE LOS TÚNELES
DE ORIZABA
Existe un gran número de zonas en Orizaba que cuentan con
pasajes subterráneos conectados entre sí. De esta manera, se comunican lugares
variados como casas, iglesias, conventos e incluso el Cerro del Borrego. Dos de
las zonas con mayor número de estos accesos se encuentran en el Centro
Histórico de la ciudad, una cercana a la fábrica de chocolates “La Azteca” y
otra debajo del Ex Convento de San José. La siguiente leyenda, tiene que ver
con los túneles de este último lugar.
La comunidad franciscana inició la construcción del Ex
convento y la iglesia de San José en 1803, misma que culminó en 1828. Un sinfín
de adversidades tuvieron que superar los frailes durante y después de la
edificación del lugar: el movimiento de independencia, un contagio masivo de
peste negra y la promulgación de una ley de expulsión de españoles y otra de
exclaustración de religiosos en 1827 y 1834 respectivamente. Sin embargo, la comunidad
vio su fin la noche del 27 de agosto de 1860 cuando a causa de las Leyes de
Reforma se ordenó la aprehensión de los franciscanos para su posterior traslado
y juicio en el Puerto de Veracruz.
Alrededor de las 20 horas de aquel 27 de agosto, los frailes
se encontraban descansando en sus habitaciones cuando se escuchó el alboroto al
interior del convento. Se trataba de militares que habían ingresado para
apresar a la mayor cantidad de religiosos que pudieran, habían planeado la
estrategia de tal modo que pudiera ser sigilosa y efectiva, de modo que
lograron apresar a casi toda la comunidad. A pesar de ello, alrededor de 11
franciscanos lograron escapar a través de los túneles subterráneos con la
finalidad de llegar al Cerro del Borrego. Sin embargo, fue tal la prisa que no
lograron conseguir siquiera un quinqué para alumbrar su camino, lo que ocasionó
que no pudieran desplazarse adecuadamente pues chocaban contra los muros del
pasadizo. Por tal motivo, se quedaron quietos para no atraer a los miembros del
ejército con el ruido y al cabo de algunas horas, cuando el frío y la humedad
se hicieron insoportables, decidieron salir.
No obstante, los militares intuyeron la maniobra de los
frailes, por lo que se quedaron esperando afuera del entonces convento. Cuando
estaban a punto de escapar a la calle, los franciscanos, se llevaron una gran
sorpresa al ser apresados y golpeados por las fuerzas castrenses. Se les
interrogó y posteriormente fueron llevados al interior de los túneles, donde
fueron asesinados con un tiro de gracia en la cabeza.
Después de 1860, el ex Convento de San José se utilizó para
varios fines: vecindad, salón de bailes y bodega. Muchas personas que han
visitado aquel recinto, aseguran que en los corredores del lugar se pueden ver
sombras que asemejan monjes y que por las noches se escuchan gritos y lamentos
provenientes de los túneles que cruzan por debajo del lugar.
Representación de uno de los monjes asesinados al interior de
los túneles del Ex Convento de San José
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