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Arrodillados Sobre Sus Promesas

 

Resumen Libro Arrodillados Ante Sus Promesas


CAPÍTULO 1


En el antiguo testamento, el sacerdote representaba al pueblo ante Dios mientras que el profeta representaba a Dios ante el pueblo. El ministerio del sacedote y del profeta se unen en el punto de la oración. En su tarea, la adoración precede a la petición.. Y la oración del corazón es la que el Señor responde; es el corazón de su oración lo que se oye en lo alto.

Los sacerdotes proféticos son creyentes en Jesús con la gracia de los dones de revelación del Espíritu Santo en sus vidas -una palabra de sabiduría, una palabra de conocimiento, el discernimiento de espíritus y el don de la profecía- que responden a estos dones orando de vuelta a Dios en Su Palabra. 


¿Por qué arrodillarnos?


Arrodillarse es imagen de dependencia. Es una postura de humildad y quebranto. Arrodillarse es señal de reverencia y honor. Arrodillarse es el acto de adoración que precede a la petición. Tomando las palabras de Dick Eastman; "quienes aprenden a arrodillarse en humildad y debilidad pronto sentirán el poder sobrenatural de Dios. El hombre de oración es hombre de poder". 

Arrodillarse también es la expresión externa de un trabajo interno de gracia. A algunos se nos ha dicho que debemos pararnos y disparar al diablo antes de enseñarnos a arrodillarnos ante nuestro Padre. Lo cierto es que si invertimos el orden quizá tengamos una puntería mucho mejor. Arrodillarse también es la postura de dar a luz las promesas que el Señor nos ha entregado.


De acuerdo con Filipenses 2:9-10, todos nos arrodillaremos tarde o temprano, así que bien podemos aprender a arrodillarnos más temprano que tarde.


La acción de adorar


Adorar es entregarnos a Dios de todo corazón, con todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. En griego y hebreo hay 12 palabras traducidas como adoración. Las cuatro palabras hebreas, en especial la primaria shachah, significan "deprimir, postrar -en homenaje a la realeza o aDios-, hacer reverencia, inclinarse, car -de brucs-, buscar en humildad, obedecer, dar reverencia, hacer inclinar, adorar". En griego, una de las palabras para adoración es proskuneo que significa "besar -como el perro lame la mano de su amo-, postrarse rindiendo homenaje, hacer reverencia, adorar". 


La primera referencia a la palabra adoración en la Biblia se encuentra en Génesis 22 cuando Dios le dijo a Abraham que sacrificara a Isaac. En este contexto no habían instrumentos musicales, solo piedras, cuchillos, madera, fuego y un sacrificio. Todo lo que Abraham ofrecía, lo hacía en sacrificio, obediencia y fe. Esta es la adoración en su expresión más acabada: la vida postrada ante Dios. Adorar es hincar la rodilla.


En el nuevo testamento, encontramos tres relatos que muestran la forma en que la gente se acercaba a Jesús. Mateo 8:2-3, Mateo 9:18-19, 23-25 y Mateo 15:22:25-28, nos enseñan que la adoración precede a la petición. Jesús no merece menos que eso. 


Cuatro definiciones bíblicas de la tarea de intercesión


S. D. Gordon dijo: "Lo más grande que alguien puede hacer por Dios y los hombres, es orar. Uno puede hacer más que orar, después de haber orado. Pero no se puede hacer otra cosa que orar, antes de haber orado". La intercesión es el derecho a moldear y hacer historia, y cada uno de nosotros tiene su turno de llegar a este lugar como parte de nuestro llamado a ser sacerdotes del Señor. 


1. Ser secretario de Dios: Isaías 62:6-7. Un secretario en la tierra lleva cuenta de las citas y tareas e la agenda de su jefe. Del mismo modo, el intercesor le recuerda al Señor las promesas y taras aún no cumplidas. La persona de oración busca en la agenda divina (la Biblia), encuentra las promesas y compromisos del Señor para recordarle que es hora de que Él cumpla Su Palabra. 


2. Tomar la causa de la justicia: Isaías 59:15-16. Un intercesor es el que toma la causa de la justicia ante Dios en representación de otro. El intercesor se para en la brecha ante el Señor representando a aquellos que tienen necesidad, desesperación y sufrimiento. El intercesor clama a Él, el Juez de todo, para rogar Su intervención divina. 


3. Construir la muralla: Ezequiel 13:4-5. El intercesor tiene la tarea de poner ladrillo sobre ladrillo de protección alrededor de nuestras familias, iglesias y ciudades. Asimismo es quien forma el cerco, quien construye la muralla de protección en tiempo de batalla. Los intercesores proféticos han de construir las murallas de protección para impedir que el enemigo entre, y así permitir que Israel -y la iglesia- puedan estar firmes y de pie ese día. 


4. Estar en la brecha: Ezequiel 22:30-31. El guerrero de oración tiene la tara de evitar la ira de Dios. El pueblo de oración está llamado a construir una muralla, pero esta vez entre nosotros y el Señor. Dios nos ha dado la buena nueva, sin embargo Él espera que alguien lo convenza de no derramar Su ira. Quizás el incienso de nuestra "santa argumentación" (Éxodo 30:34-36, Salmos 141:2, Apocalipsis 5:8 y 8:3-5) lo que influya para evitar y posponer Su juicio. Nuestras oraciones pueden utilizarse para aminorar, evitar o retrasar el reloj de Dios y comprar para nosotros temporadas de misericordia. En otras palabras: el intercesor se encuentra en la brecha entre los rectos juicios de Dios que han de venir y la necesidad de misericordia, en representación de las personas. El Todopoderoso está buscando un pueblo que mantenga a raya su ira.


Vigilantes de adoración


El Espíritu Santo busca intercesores que adoren y adoradores que intercedan. Estas son las dos características que se fusionan en la vestidura sin costuras del real sacerdocio. En la historia de Gedeón, el Señor instruyó a Gedeón que escogiera aquellos que "lamieran el agua como un perro". Un perro cuando lame el agua, con un ojo mira su comida o agua y con el otro cuida que nadie se acerque. 


Nueve mil setecientos hombres se arrodillaron para beber. Lo único que podían ver era su propio reflejo en el agua. Pero los 300 escogidos hincaron su rodilla en señal de reconocimiento y adoración a su Rey, al mismo tiempo que lamían el agua en el hueco de su mano mientras observaban lo que sucedía a su alrededor. Esta es la imagen profética de vigilantes adoradores. 


CAPÍTULO 2


La vida tiene muchas vueltas. Debemos ceder al poder del quebranto y luego volver a levantarnos para seguir peleando. Primero nos arrodillamos ante nuestro Padre para después tener las fuerzas de pararnos frente al enemigo. Nunca es tiempo de claudicar ni de ceder un centímetro ante el diablo. El Espíritu de Dios obra en nosotros y a través de nosotros "el querer como el hacer, por su buena voluntad". Todo lo que vivimos tiene la intención de cultivar en nosotros un corazón de oración sacerdotal. 


Permitamos que el espíritu de oración y el poder del esfuerzo entren en nuestras almas. Si mezclamos el incienso de las oraciones con el arpa de David, cuando el Espíritu de revelación fluye libremente, somos instrumentos únicos y maravillosos en manos de Dios. 


CAPÍTULO 3


Hay una cualidad estratégica que el Señor busca: el deseo. Santiago 4:2 dice: "No tenéis lo que deseáis, porque no pedís". Este versículo podría interpretarse como: "No piden nada porque no desean nada". El deseo es el comienzo de la desesperada oración del corazón.


Busquemos el punto en que intercedamos como si no hubiera ninguna otra opción para nosotros. La oración y la intercesión son el grito de desesperación para que las cosas cambien. 


La pasión de la oración


La  batalla de los últimos días es una batalla de pasiones. El mundo ostenta sus pasiones lujuriosas todos los días sin vergüenza alguna. En ese sentido, la iglesia de Cristo se ha mostrado anémica. La oración es la cámara nupcial de la intimidad con el Maestro. 


R. A. Torrey escribió: "La oración que convence a Dios es a que lleva nuestra alma entera, que se extiende hacia Dios en deseo intenso y agonizante (...) Si ponemos poca pasión en la oración no podemos esperar que Dios ponga demasiada pasión al responderla". Estos son los ingredientes comunes de la receta de la pasión de la oración sincera:


1. La pasión de la oración se incuba en un corazón de amor.


2. Aumenta por deseo de santidad. 


3. Puede ser un don especial de Dios que nos otorga poder para el precioso momento en que Él desea usarnos en la oración.


4. Suele surgir de una nueva visión de una necesidad, cuando se nos abren los ojos.


5. Puede crecer en nuestra vida, de la convicción creciente de la urgencia de dicha necesidad y la voluntad de Dios de satisfacerla.


6. Crece a medida que nos entregamos a la intercesión.


7. Revitaliza y refuerza nuestra fe.



La pasión de oración no es sinónimo de oración demostrativa y grandilocuente. A veces puede ser una oración silenciosa. Tampoco es sinónimo de agotamiento físico. La efectividad de nuestra batalla espiritual en la oración no puede juzgarse por nuestra posición o actividad física. La pasión de la oración no se produce necesariamente estando de pie, arrodillado, postrado en el suelo, alzando las manos, sacudiendo los brazos, caminando de aquí hacia allá o mediante ninguna otra postura o acción activa o pasiva.


No se debe buscar la intensidad espiritual con el esfuerzo humano. Esto no es de ayuda para Dios ni para nosotros:


1. La pasión de la oración no es sinónimo de oración contestada de inmediato. Muchas oraciones son oídas y respondidas instantáneamente sin que existiera pasión. Por otro lado, hay deseos del corazón respondidos sencillamente en respuesta a: "Deléitate asimismo en Jehová" (Salmos 37:4).


2. La pasión de la oración no es una forma de obrar que nos hace ganar mayor estima con el Padre.  La pasión es resultado del ministerio de gracia del Espíritu dentro de nosotros. 


3. La pasión de la oración comienza cuando nos deleitamos en el grandioso amor que el Padre siente por nosotros. La revelación del amor conyugal hace que la comunión sea más apasionada que cualquier otra cosa que conozcamos.


4. "La oración fervorosa es la oración efectiva. El calor del alma crea una atmósfera favorable a  la oración. Con las llamas, la oración asciende al cielo". (E. M. Bounds). 


Cuando nuestro corazón está cautivo por las cualidades de Jesucristo, la pasión de la oración florece de lleno. Sin embargo, a veces el amor habla un idioma del corazón: las lágrimas. En el siglo pasado, muchos oficiales del Ejército de Salvación le preguntaron al General Booth: "¿Cómo podremos salvar a los perdidos? Él respondía simplemente: "Intenten con las lágrimas".

Sólo podremos forjar un corazón para Dios por medio de la cruz. El profeta Jeremías con su llanto revelaba su corazón (Lamentaciones 2:18-19). Personas que en la Biblia conocían el poder de  las lágrimas:

  • El profeta Jeremías. (Jeremías 9:1).
  • El rey David. (Salmos 31:9, Salmos 69:3).
  • El apóstol Pablo (Hechos 20:31, 2 Corintios 2:4).
  • El Señor Jesús (Lucas 19:41).

Paul Cain dijo: "No habrá cosecha pública sin algo de llanto público. Los más grandes cosechadores son los más grandes llorones". ¡Volvamos a cavar las trincheras de la oración de las lágrimas! Tal como decía el profeta Joel, lloremos enre la entrada y el altar (Joel 2:17). El poder del llanto en compasión puede abrir los cielos por el bien de otros.


El Salmo 56:8 dice que Dios pone nuestras lágrimas en una redoma. ¿Qué hace Dios con estas lágrimas? El Salmo 126:5-6 dice que "los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán". Existe una conexión entre sembrar con lágrimas y obtener una cosecha. Quizás la desesperación sea una herramienta utilizada para ablandar el duro suelo de los corazones de las personas. 


Cada uno de nosotros tiene murallas de resistencia ante Dios que no podemos o no queremos derrumbar. Los gemidos traen liberación al empujar lejos las presiones de las tinieblas. Los gemidos nos llevan de lugares apretados e incómodos a los lugares más espaciosos del Espíritu. Los gemidos provienen de lo más profundo y pueden ser una herramienta que nos prepara para la dedicación y devoción que requiere nuestra tarea para Dios. Este tipo de oración es más elevado porque elude nuestra mente y permite que el Espíritu Santo nos mueva a los propósitos de Dios, según Su voluntad. Los gemidos no son para quienes entienden lo que quieren orar. Son para los que desean ir más allá de lo que saben o entienden, los que "no saben cómo orar como debieran". Quienes se sienten satisfechos consigo mismos, encontrarán difícil orar con gemidos; quienes están desesperados, encontrarán difícil no orar con gemidos.


El Espíritu de Dios no solamente tiene un idioma de profundo amor que expresará a través de nosotros, sino que en ocasiones también se levantará con la indignación de Dios y luchará a través de Su pueblo. Esta es la postura de batalla espiritual y de intercesión. 


La pasión de oración de Jesús


"En los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente". Hebreos 5:7.


Hebreos 7:25 añade que Jesús siempre vive para interceder por quienes se acercan a Dios. El mejor intercesor en la historia de la humanidad y del universo entero, es Cristo Jesús. Durane tres años realizó milagros entre las personas de esta tierra, pero durante siglos y milenios sigue intercediendo. 


Cuando Cristo resucitó a Lázaro, dijo: "Padre, gracias te doy por haberme oído". En la versión amplificada de Juan 11:33 dice: "Cuando Jesús vio a María y a los judíos que la acompañaban también llorando, se sintió profundamente conmovido en el espíritu y muy angustiado". Otras versiones dicen que "en el espíritu se lamentó y angustió". Según el Diccionario Expositivo de Vine, la palabra griega traducida como "gemido", embrimaomai, significa "protestar con un resoplido como los caballos". El American Heritage Dictionary define relincho como "sonido rudo y fuerte que se efectúa soplando con fuerza por las narices".


Esto significa que Jesús se sentía sobrecogido por la compasión y respondió a las circunstancias en el plano de lo natural, y a los poderes de las tinieblas en el plano espiritual, suspirando, llorando, lamentándose o de algún modo audible liberando las herramientas de la intercesión surgida del Espíritu Santo. 


Encontramos al menos tres oleadas de presencia del Espíritu que se mueven sobre y a través del Mesías:


1. Una ola de compasión. Jesús se detuvo, suspiró y congemidos expresó Su clamor de desesperación ante el Padre.


2. Una ola de emoción. Jesús lloró abiertamente. Sus lágrimas mojaron su rostro y probablemente también Su vestido.


3. Una ola de angustia. Jesús suspiró varias veces y se lamentó en el Espíritu. Jesús estaba desesperado, pero en su hora de desesperación recurrió al Espíritu Santo y a las oraciones más allá de la articulación humana.


Estamos invitados a entrar en la profundidad del corazón de Jesús y dejar que los suspiros y gemidos demasiado profundos para ser expresados en vocabularios humanos, puedan surgir para expresar la pena de Dios, resistir al enemigo o para alzar un grito de que Dios necesita más lugar en nuestras vidas, congregaciones y ciudades. Nos volvemos extremadamente dependientes de Dios a través del poder de la oración.


CAPÍTULO 4


En el mostrador de Dios no hay "días de oferta", porque el precio de reavivamiento siempre es el mismo: ¡labor y esfuerzo! (Leonard Ravenhill). Charles Finney, dijo: "¿Por qué requiere Dios tanta oración, tan fuertes deseos, tan agonizantes súplicas? Estos deseos reflejan la fuerza de los sentimientos de Dios. Son los sentimientos reales de Dios por los pecadores que no se arrepiente. ¡Qué potente ha de ser el deseo de Dios para que Su Espíritu produzca tal esfuerzo en los cristianos! Dios ha elegido la palabra para describirlo: labor, tormento del alma.


El poder de la labor en la oración a menudo precede al fruto del evangelismo: los nacimientos espirituales. En la Biblia, aparecen 8 mujeres estériles sanadas. Cada una dio a luz a un profeta o a un libertador de la nación:


1. Sara, que dio a luz a Isaac. 


2. Rebeca, que dio a luz a Esaú y a Jacob.


3. Raquel, que dio a luz a José y Benjamín.


4. La esposa de Manoa, que dio a luz a Sansón.


5. Rut, que dio a luz a Obed.


6. Ana, que dio a luz a Samuel.


7. Elizabet, que dio a luz a Juan el bautista. 


8. Sión (la iglesia). Isaías 66:8: "Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos. 


Si la iglesia gritara como una mujer estéril que desea tener hijos, entonces tendríamos el reavivamiento. La labor es una forma de intesa intercesión dada por el Espíritu Santo por la cual una persona o grupo es sobrecogido por algo que llega al corazón de Dios. La persona o el grupo entran en labor con Él para que se cree una apertura que haga posible el nacimiento de una nueva vida. 


La labor de parto sucede cuando uno ha llevado algo en su corazón durante algún tiempo. Sobreviene de repente. Esta labor de parto puede estar asociada con las oraciones de lágrimas. Se ve precedida por la promesa a la que nos aferramos y luego llega el momento de pujar para que la promesa nazca por el canal de la oración. Finalmente cuando uno ve que la promesa ha nacido, siento alivio porque el parto ha terminado.


En palabras de Pat Gastineau: La oración de labor de parto es Dios que desea crear una "abertura" para dar a luz la vida o el crecimiento. Si la "abertura" ya existe, no haría falta la labor. Así como la "abertura de la mujer se agranda para que salga el bebé, el parto espiritual crea una "apertura o camino" donde antes no lo había o donde estaba cerrado. Con la labor siempre aparece un camino nuevo para la vida, la renovación, el cambio o el crecimiento. 


Como dicen las Escrituras, la labor de parto sobreviene de repente, y se va del mismo modo. En 1 Tesalonicenses 5:3 se nos dice "que cuando digan: paz y seguridad, entoncs vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán". Dios declara, por el Espíritu, que Él desea abrir un camino para alguien o algo. Cuando nos entregamos a Él y cumplimos, Dios puede darnos esa labor que da a luz, porque así como llega la labor, también llega el cambio correspondiente".


Quizás una de las razones por las que hay pocos luchadores de oración, es que no muchos están preparados para las exigencias que demanda. Dios anhela que Sus hijos lo atrapen. Muchos practicamos atrapar a Dios, nuestro Padre, con nuestras oracions. Constrimos una historia ante Él. Crecemos en perseverancia, desarrollamos los músculos de la oración. Sin embargo, llegará un día en que el corazón del Padre se sentirá complacido porque Sus hijos e hijas ya crecidos podrán atraparlo a Él. No físicamente, claro, y no porque nuestra voluntad prevalezca por sobre la suya. Sí habremos luchado con el Dios de la promsa -lo que el Todopoderoso buscaba desde el comienzo- ¡y habremos ganado! La invitación que recibimos es a no claudicar y a seguir luchando. Esto no termina hasta que termina y aún no ha finalizado. Debemos perseverar en la intercesión.


Dios busca un vientre grande en el cuerpo de Cristo. ¡No importa cuántos se sientan empujados a salir de su comodidad! Llevar un "bebé" espiritual es como transportar una carga que está ahí todo el tiempo, hasta que el Espíritu hace que surja a la superficie para darle prioridad en oración. Existen tres definiciones y ejemplos griegos de dar a luz a los pequeños en oración:


1. Sustenazo; gemido conjunto. Romanos 8:22: "Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora".


2. Sun-odino; parir, hacer nacer al pequeño. Romanos 8:22: "Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora".


3. Odin; dolor de parto. Gálatas 4:19: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros". 


La iglesia no solamente necesita de los evangelistas, sino también de quienes alimentan y cuidan a los nacidos y los ayudan a madurar. Los intercesores deben aparecer en escena para cargar a los jóvenes en sus corazones y trabajar para que logren su madurez espiritual. 


Existen dos definiciones y ejemplos hebreos de dar a luz en oración:


1. Yalad: Dar a luz, tener cría. actuar como partera, labor de parto, tener un hijo. (Isaías 21:3, Jeremías 30:6-7, Miqueas 4:10, Miqueas 5:3).


2. Cuwl: Retorcer, sufrir dolor, especialmente durante el parto. (Salmos 55:4, Isaías 13:8, Isaías 26:17, Isaías 54:1-3).


Hay otras gracias de intercesión que van creciendo dentro de nosotros, gimiendo y retorciéndose hasta que eventualmente nos sentimos como mujeres en el momento de dar a luz, o como parteras que asistimos en el alumbramiento. De una u otra forma, surge la vida.


Elías, ¿qué haces?


1 Reyes 18 narra la experiencia de Elías cuando terminó de confrontar los poderes malignos de los falsos profetas de baal. No había llovido durante tres años y medio, la tierra estaba dura y seca. Las condiciones en el reino de lo natural eran desesperantes y lo natural era un espejo de la condición espiritual de la gente. No había nubes y todo el mundo sufría bajo el calor ardiente del sol. 


Justo después de su intervención, el hombre de Dios oyó algo en su espíritu que no era audible en el plano terrenal. Era una tormenta de increíble proporción. Elías corrió de la presencia del Señor hacia la corte del malavado rey Acab y proclamó con valentía: "Se acerca con rugido una terrible tormenta". Mientras tanto, Elías fue a uno de sus lugares favoritos para estar en soledad. Se dirigió al Monte Carmelo, el lugar donde Dios se había mostrado a él unos días antes. Asumipo la postura de humildad y despesperación. Siendo guiado por el Espíritu Santo, se agachó en el suelo con emor reverente de este majestuoso Dios. La carga del Señor sobre Elías aumentó durante un día de nuevos comienzos. Aunque lo que sentía en su interior lo estimulaba, el peso de la gloria de Dios se manifestaba por fuera. Ocultó el rostro entre sus manos y hundió la cabeza entre las rodillas. Luego, Elías dijo a su siervo: "Ve ahora, mira el mar". 


El sirviente partió y miró los cielos sobre el mar Mediterráneo. La séptima vez -el número de la totalidad- el sirviente corrió y al escudriñar el horizonte vio algo pequeño que llamó su atención. Miró el cielo y de seguro, había una nube, del tamaño de un puño, nada más. Cuando volvió, Elías se encontraba en la posición de parto. Probablemente se encontraba sudando y el fuego le quemaba los huesos cuando el profeta le dijo: "Ve y dile a Acab que debe apurarse, porque si no lo hace las ruedas de su carro quedarán atascadas en el lodo". 


Máximo ejemplo de la labor


Antes que suceda algo en el plano de lo natural, primero deberá existir en el corazón de Dios. Antes que llegara la lluvia que terminaría con la sequía, Elías oyó la lluvia con sus oídos espirituales. Del mismo modo, Dios habla primero para crear una chispa de fe en nuestros corazones (Romanos 10:17). Sin embargo, Elías no solo declaró lo que había oído, sino que oró porque la promesa se cumpliera. 


Dios habla, las personas oyen, se crea la fe. Las personas responden a la chispa de fe y oran para que la promesa se cumpla. Se requiere tenacidad y paciencia cuando el resultado deseado parecede demorarse. Aún cuando aparecen los primeros indicios, se requieren ojos de discernimiento para reconocer el día de la visitación. No hemos de menospreciar el día de las pequeñeces (Zacarías 4:10), porque la nube primera tenga el tamaño de un puño. Esta nube crecerá y consumirá al cielo en una lluvia de misericordia, terminando con la sequía.


El mayor acto de labor de parto sin duda fue cuando Jesús en la cruz aseguró nuestra entrada en el Reino de los cielos. Quizás la sangre y el agua que derramó cuando la lanza atravesó su costado, revelaban un corazón y un alma en labor de parto. Rompió la fuente y la iglesia nació. 


Agreguemos entonces la labor de parto a nuestras oraciones sacerdotales del corazón, para poder abrir un camino que lleve a otros al Reino. Y que aún así, la esposa de Cristo sufra labor de parto para que Jesús reciba recompensa por su sufrimiento, como buscaban los creyentes de Moravia en el siglo XVIII. 


CAPÍTULO 5


El obispo anglicano David Pytches afirma: "El don de la profecía es la capacidad especial que Dios da a miembros del cuerpo de Cristo para recibir y comunicar un mensaje inmediato de Dios a su pueblo reunido, a un grupo dentro de este pueblo, o a cualquiera de las personas de manera individual, por medio de la unción divina en una comunicación". 


Dick Iverson, observa: El don de la profecía es hablar bajo la influencia sobrenatural directa del Espíritu Santo. Es ser el altoparlante de Dios, pronunciar Sus palabras según lo indica el Espíritu. La palabra griega prophetia significa "hablar la mente y consejo de Dios". Es inseparable en su uso en el Nuevo Testamento, del concepto de directa inspiración del Espíritu. La profecía es la misma voz de Cristo que habla a la iglesia.


La profecía es la expresión del pensamiento de Dios, en lenguaje que el ser humano no puede articular según su don natural del habla o conocimiento. Esta gracia tiene el propósito principalmente de edificar, exhortar y consolar a quienes va dirigida (1 Corintios 14:3). El mensaje será auténticamente profético solo si proviene del corazón de Dios, magnifica al Señor Jesucristo y reta a quien lo oiga a ser más obediente a los mandamientos de Dios.


Etapas del desarrollo profético


Hay diversos niveles de operación dentro de la esfera de la profecía:

  • Don ocasional: Llega a una persona para una situación específica.
  • Operación profética: Una vez que la fe, el don y la experiencia del creyente maduran, hay un flujo más consistente.
  • Don residencial (ministerio profético): La operación profética se manifiesta con regularidad en la vida de la persona.
  • Oficio de profeta: Solo Dios puede llevar a alguien a este nivel de gracia consistente que florece con el tiempo. Se requiere de llamado y entrenamiento.

En algún punto, si rinde furtos y los líderes reconocen la abundancia del fruto producido, habrá una comisión al llamado. Normalmente hay un acercamiento paso a paso a la recepción y entrega de esta gracia. Sin embargo, a veces la profecía parece ser un don soberano que llega con todo su poder desde el principio.


Los dones son dados, pero el fruto debe cargarse. Los dones podrían aparecer de la noche a la mañana, pero el carácter requerido para llevar los dones a la larga solo llega por medio de la cruz en la vida de cada persona. El buen fruto maduro toma tiempo de exposición al Hijo.


Los dones de revelación de Dios son para muchos, no para pocos. El Señor busca una generación entera de personas apasionadas que deseen caminar en el espíritu de sabiduría y revelación en conocimiento del Señor Jesucristo. Dios quiere que cada uno de nosotros permanezca tan cerca de su corazón, como para poder hablar palabra relevante de Él de manera contemporánea, en diferentes escalones de la sociedad. Estamos llamados a tomar los dones de la revelación y llevarlos a las esferas de influencia que el Señor nos presenta.


Existen tres esferas principales en las que hemos de liberar la vida de revelación que nos da el Espíritu Santo:

  • Las reuniones de la iglesia.
  • La comunidad secular en la que influyen nuestras vidas.
  • De regreso al corazón de Dios. 

La paloma de Dios necesita ser liberada de su jaula ceremonial. En el caso de Moisés, los setenta líderes del tabernáculo profetizaron solo una vez, pero Dios busca una generación de personas como Meldad y Eldad que surjan con vocación continua hacia su presencia profética. Somos todos sacerdotes del Señor. También cada uno de nosotros ha de ser el vocero profético de Dios. En cada iglesia debiera haber un cartel que rece: "Se busca una generación de profetas. ¡Anótese aquí!". 


La maravillosa presencia reveladora del Espíritu Santo no es algo que podamos ganar. En cambio sí es algo que podemos cultivar por medio de la intimidad con Cristo y andando en las disciplinas espirituales normales de la vida cristiana. Uno puede recibir naturalmente la preciosa unción de revelación cuando se está rodeado de personas ungidas. Dime con quién andas y te diré quién eres. Así que andemos con Jesús, con Su Palabra y cada vez que podamos, con personas ungidas.


La unción es la gracia de Dios que permite de manera sobrenatural que una persona o grupo haga las obras de Jesús mediante la presencia manifiesta del Espíritu Santo obrando en ellos, por ellos o a través de ellos. ¡Amemos la unción! Busquémosla, bañémonos en ella y pidámosle más a Dios. Porque ella es la presencia viva de la Persona de Jesús en el poder del Espíritu Santo. Cuando extendemos una mano hacia arriba, ya hay una mano extendida hacia abajo, lista para tocarnos. Dios está listo para distribuir su gracia libremente sobre todo el que esté hambriento. 


Si la palabra que emitimos no testifica sobre nuestro glorioso Señor Jesucristo, no es profética sino patética. (Apocalipsis 19:10).


Sólo llegaremos tan lejos como nos lleve nuestra relación personal con Jesucristo. Hay cosas que Dios a propósito retendrá y que uno no podrá tomarlas de otro, sino que debe buscarlas más cerca de Él. Dios, nuestro Padre, está más interesado en una relación con nosotros que en ayudarnos a tener un ministerio "exitoso". 


Escuchar, Observar, Esperar


Tenemos dos pares de ojos: los físicos y los del espíritu. Necesitamos espíritus tranquilos y suaves para ser personas de revelación. Proverbios 8:32-36 dice:


"Ahora, pues, hijos, oídme y bienaventurados los que guardan mis caminos. Atended el consejo, y sed sabios y no lo menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida y alcanzará el favor de Jehová. Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte".


3 promesas se derivan de este pasaje, para aquellos que se comprometen en escuchar, observar y esperar:


1) Bendición sobrenatural.

2) Encontrar la vida.

3) Obtener favor del Señor.


Es muy importante aprender a ver a Dios. Pecar significa no ver a Dios. Por esta razón debemos transitar estos caminos olvidados del cristianismo: escuchar, observar, esperar.


Anticipando el movimiento de Dios


Josué se vio obligado a escuchar, observar y esperar. También aprendió a arrodillarse sobre las promesas:


"Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo. Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo". Éxodo 33:8-11.


Josué, al esperar, no salía de la carpa sino hasta que Moisés hubiera salido de estar en presencia del Señor. Luego, observando, era el primero en observar el brillo en el rostro de Moisés. Finalmente era el primero en  oír el informe de lo que había sucedido detrás del velo. De esta forma, Josué esperaba ansiosamente y con anticipación el movimiento de Dios. La expectativa es la llave final que cambia el juego de la espera. Es la oportunidad para que el Espíritu de revelación se active. La voz de Dios tiene un sonido particular: el sonido de la santidad. De la consagración. De la revolución. De la revelación.


CAPÍTULO 6


La profetisa Ana es una de las mujeres más notables en la Biblia. Durante 84 años estuvo dedicada al ministerio de la oración y el ayuno en el templo (Lucas 2:36-37). Los ministerios de oración que duran años, son lo que operan desde u contexto de inspiración. Los inspira las cargas que vienen y van, pero los motiva una visión apasionada de Aquel a quien servimos: Cristo Jesús. Después de todo, Él es el objetivo y el premio de la vida.


No existe registro alguno que sugiera que Ana emitiera una profecía. Tampoco encontramos referencias en la Biblia que indiquen que era una profeta. Sin embargo, la expresión de su ministerio profético se encuentra en su paciente intercesión. La carga de intercesión de Ana incluía la búsqueda de las promesas proféticas aún sin cumplir. Ana buscaba al Liberador, al Mesías, a la esperanza de Israel. Pertenecía a la fuerza de tareas especial de intercesores proféticos que Dios había ordenado para esa generación.


Muchos de los grandes intercesores de nuestros días han sido mujeres. Su sensibilidad de espíritu, su pasión por las cosas de Dios, la disposición co la que le entregan su corazón por Su causa, son todas razones por las que las mujeres tienen una posición de privilegio: Fue una mujer la que ungió proféticamente a Cristo de antemano, para Su sepultura. Las mujeres estuvieron junto a la cruz cuando el resto de los discípulos se había ido. Las mujeres fueron las primeras en proclamar Su resurrección.


No importa si somos hombres o mujeres. Lo único que se necesita es la convicción permanente y creciente de los propósitos de Dios y el deseo de orar las promesas de Dios hasta verlas cumplidas. Los guerreros de la revelación serán la vanguardia del Espíritu Santo que orará hasta que algo suceda.


Definiendo términos básicos


El trabajo del sacerdote consiste en rogar por las necesidades de la gente ante el Señor. En la tarea de intercesión no se está representando a sí mismo, sino llevando las piedras de las doce tribus de Israel en su corazón. 


El profeta representa los intereses de Dios ante las personas. Habiendo estado en el consejo del Todopoderoso, el profeta llama con el clarín a las personas para comunicar lo que hay en el corazón de Dios en ese momento. El profeta emite palabras, pensamientos, mensajes e inspiraciones de lo que late en el corazón de Dios para estos días. 


La intercesión profética es el lugar donde se unen el ministerio del sacerdote y el profeta. Jeremías 27:18 lo expresa así: "Y si ellos son profetas, y si está con ellos la palabra de Jehová, oren ahora a Jehová de los ejércitos". 


Las personas proféticas no pronuncian simplemente la palabra del Señor. También oran la palabra de vuelta a Él. Al hacerlo, la dan a luz y hacen que se cumpla. La intercesión profética, por lo tanto, prepara el camino para el cumplimiento de la promesa profética.


Cómo funciona la intercesión profética


En la intercesión profética, el Espíritu de Dios ruega las promesas efectuadas a lo largo de la historia y pide que se cumplan en estos días. Esta forma inspirada de intercesión es la que urge a orar, según lo que nos indica el Espíritu Santo, por una situación o circunstancia de la que poco sabemos en lo natural. Oramos la oración de pedido que está en el corazón de Dios. Él nos hace orar para que pueda intervenir. El Espíritu Santo mismo nos dirige a orar de manera divina para que se cumpla Su voluntad en la tierra, como se cumple ya en los cielos. En otras palabras, la intercesión profética es la capacidad de recibir un pedido de oración de Dios y de orarlo de vuelta a Él de manera divinamente ungida. La mano de Dios desciende sobre usted y le imparte su carga. Esta oración reveladora combina las tres habilidades fundamentales de un profeta: escuchar, observar, esperar.


La intercesión profética no siempre sucede en la habitación de la oración. Cuando el creyente recibe del Señor, esto puede ocurrir en cualquier lugar. Dios le infundirá un deseo de cambio y el intercesor responderá expresando este deseo de vuelta a Él. Quiera Dios que Él golpee nuestro corazón con lo que lo golpea a Él.


En oración somos obreros con Cristo e integrantes de una sociedad con el Creador del universo. La carga de intercesión profética comienza como una llama  y crece hasta ser un fuego que nos consume a medida que aumenta la revelación de los propósitos de Dios para nuestra generación. 


Toda intercesión profética acarrea el sentimiento de que algo lucha por nacer. El corazón del intercesor es el vientre en el que pujan por salir los propósitos proféticos de Dios. Durante la intercesión profética, nos convencemos que se acerca una revolución en la fe cristiana. El intercesor profético conspira por la liberación de Su gloria en la tierra.


La palabra conspirar significa literalmente "respirar juntos". Expresa la máxima unión íntima de dos vidas. Cuando Dios creó al hombre usando polvo de la tierra, "sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7). La palabra hebrea traducida aquí como soplar puede significar "respirar con fuerza", con lo cual sugiere la intensidad del costo y el esfuerzo de dar a luz. Fue esta la ocasión en que se oyó el sonido de un fuerte viento en el Aposento Alto cuando Dios envió Su Espíritu para que descendiera y entrara en Su iglesia recientemente creada. La intercesión profética es conspirar con Dios, "respirando con fuerza" sobre situaciones, por medio de la oración, para producir vida.


CAPÍTULO 7


En el griego del Nuevo Testamento la palabra guardia es gregoreo, que significa "estar atento o vigilante". De aquí proviene el término vigilia de oración. La definición de vigilia, según el diccionario Webster's es "mantenerse despierto para montar guardia; observar atentamente; estar alerta". 


Mateo 26:41 nos presenta a Jesús amonestando a Sus discípulos en Getsemaní: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Marcos 14:38 registra palabras similares. Pablo aconseja: "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Colosenses 4:2). Lucas 21:36 nos indica: "Velad, pues, en todo tiempo que seais tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán". La NVI lo dice así: "Estén siempre vigilantes, y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder". 


Velar tiene que ver con tener la fuerza para sobreponerse. El término "velar" se utiliza de dos maneras principales. Una describe la actitud interna espiritual de estar alerta o despierto en el corazón. La otra se refiere a una forma específica de orar. Vigilar es la dormir lo que ayunar es al comer: un sacrificio que hacemos por los demás.


Perspectiva militar


Isaías nos da una visión de la tarea de los centinelas:


"Porque el Señor me dijo así: Ve, pon centinela que haga saber lo que vea. Y vio hombres montados, jinetes de dos en dos, montados sobre asnos, montados sobre camellos; y miró más atentamente y gritó como un león: Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guarda; y he aquí vienen hombres montados, jinetes de dos en dos. Después habló y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses quebrantó en tierra.Profecía sobre Duma. Me dan voces de Seir: Guarda, ¿qué de la noche? Guarda, ¿qué de la noche? El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche; preguntad si queréis, preguntad; volved, venid". Isaías 26:6-9; 11-12.


Los centinelas son llamados a informar lo que ven. Toman sus puestos y vigilan sobre la ciudad para ver quién o qué se acerca. 


En la cultura hebrea el comienzo de cada nuevo día era el atardecer. La vigilia se dividía en tres secciones de tres horas: la primera era entre las 18:00 y las 21:00 horas. Como la iglesia tiene raíces judeo-hebraicas, esta noción se traslada a los tiempos del Nuevo Testamento. 


Entre las 03:00 y las 06:00 era el momento cuando pescaban los discípulos (Marcos 6:48). ¿Podría haber aquí un indicio para la pesca espiritual exitosa también? Posiblemente una de las partes que faltan en nuestras técnicas de pesca de almas es la "vigilia". ¡Quizás pescáramos más! Los moravitas tenían un patrón establecido: nadie trabajaba a menos que alguien orara.


Muchos intercesores comentan que la vigilia de la madrugada, antes del amanecer, es una hora para la contención. En el plano de la guerra espiritual, suele ser la hora en la que quienes practican la hechicería liberan sus maldiciones. Del lado de Dios, la vigilia de la madrigada es un momento para romper el poder de las tinieblas y llamar a la luz de Jesús, para que las venza. El salmo 101:8 lo dice con claridad:


"De mañana destruiré a todos los impíos de la tierra, para exterminar de la ciudad de Jehová a todos los que hagan iniquidad". 


Hechos 3:1 dice que había una hora fija para la oración en la primera iglesia. Cuando llegaban las 15:00, Pedro y Juan sabían que podían ir a una reunión de oración. Esto era de conocimiento público y fue una de las prácticas de la iglesia del siglo I.

Nada se consigue sin esfuerzo. Como reza el dicho: "el equipo que transpora unido, permanece unido". Salmos 55:16-17 dice: "En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y claaré, y Él oirá mi voz". Este es el patrón de oración que empleaba el profeta Daniel. 


Las tres estaciones de los centinelas


La muralla que rodea la Ciudad Vieja de Jerusalén tiene diferentes secciones, con diferentes alturas cada una de ellas, lo que proporciona un punto de vigilancia específico sobre la ciudad dependiendo la posición que tomemos. Lo mismo sucede con nosotros con respecto al Espíritu Santo.


Las posiciones bíblicas de los centinelas eran:


1. Sobre las murallas de la ciudad (Isaías 62:6-7).


2. Caminando por la ciudad (Cantares 3:3).


3. Sobre las colinas o en el campo (Jeremías 31:6).


El Señor llama a los centinelas para que sirvan en alguna de estas tres posiciones. Tiene algunos cuyo único propósito es vigilar dentro de la iglesia y que esperan los movimientos del Rey para abrirle camino. También son llamados a reconocer e informar a los ancianos sobre toda conducta impropia. Hay otros  a quienes se les ha dado un lugar de visión que les permite ver tanto dentro como fuera de la iglesia. Y otros centinelas son llamados principalmente a patrullar, como para poder detectar cosas semejantes al surgimiento de un nuevo culto, o una persecución en contra de la iglesia.


Los objetivos de oración varían en distancia, así como lo hacen los objetivos militares. Algunas armas de oración se enfocan en puntos lejanos, apartados de hogares y barrios de los intercesores. 

  • Intercesión dirigida: Se pinta un objetivo y se investigan los propósitos por los que se fundó la ciudad, por lo que se pelearon batallas y guerras, el destino declarado por los fundadores, las ofensas y pecados cometidos, etcétera.
  • Oración intencional: Se efectúa durante un período de tiempo predeterminado.
  • Intercesión en el lugar: Se efectúa en el preciso lugar donde se espera la respuesta a la oración. 
  • Oración con entendimiento: Se combina la investigación y la identificación geográfica con la dependencia de la guía del Espíritu Santo. Se utilizan los dones del Espíritu y se busca entendimiento revelador con sabiduría.

Estas herramientas son muy útiles para refrescar las reuniones de oración normales.


La importancia de llevar un diario de oración


Llevar un diario de oración es una herramienta simple y práctica que debemos agregar a nuestros útiles de oración. Se trata de registrar nuestras oraciones, las respuestas de Dios y lo que el Espíritu parece decirnos a través de diferentes canales, incluyendo los dones de revelación.


Dios habla a Sus hijos la mayor parte del tiempo. A menudo no podemos diferenciar la voz de Dios de nuestros pensamientos. Llevar un diario de oración es una forma práctica de diferenciar los pensamientos de Dios de los nuestros. La simple disciplina de registrar lo que creemos oír de Dios es uno de los pasos que faltan en el camino cristiano de oír la voz de Dios y ver Su forma.


Lecciones de Habacuc


"Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará". Habacuc 2:1-3.


Primero, el centinela va a un lugar tranquilo donde pueda estar solo y en calma. Segundo, se aquieta por dentro y obsrva para ver qué dice el Señor. Y por último, cuando Dios habla, lo primero que Él dice es: Escribe la visión. Habacuc escribió lo que sintió en su corazón. 


Recomendaciones para el diario de oración:

  • Encontrar un momento de calidad para hacerlo. Evitar los momentos de cansancio, fatiga o nerviosismo.
  • Usar una grabadora de audio si se desea.
  • No prestar mucha atención a la gramática, prolijidad y ortografía. Es un diario personal.
  • Poner fecha a cada anotación. Es importante decir dónde estábamos y con quién estábamos cuando tuvimos la experiencia.
  • Incluir sueños, visiones, posibles interpretaciones, sentimientos y emociones personales en el informe.
  • Desarrollar conocimiento de la Biblia. Incluir los versículos de las Escrituras que le vengan a la mente.
  • Se trata de un resumen. Evitar atascarse en los detalles.
  • Con el tiempo, llegará el entendimiento.

Es importante continuar conectados con los otros miembros del Cuerpo de Cristo. No debemos ser llaneros solitarios con pistolas humeantes. Debemos obtener confirmación de lo que veamos o percibamos, y comunicarlo -si es posible- a las autoridades. Solo cuando hayamos recibido la confirmación y se nos dé luz verde, podemos orar por la detención de los planes del enemigo: "Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? (1 Corintios 14:8). Debemos oír el llamado con claridad antes de entrar en la batalla.


Nos necesitamos unos a otros. Los centinelas necesitan pastores que se ocupen. Los profetas necesitan el equilibrio de los maestros. Los pastores necesitan de la exhortación de los profetas. Los ancianos necesitan de los centinelas. Cuando cada uno hace su parte, todas las partes funcionan en conjunto. Pero cuando uno hace la parte del otro, no se logra nada.


Los centinelas proféticos de intercesión se sintonizan con lo que está por ocurrir, y luego informan a los ancianos que están junto a las puertas. Los ancianos entonces reciben la autoridad de abrir o cerrar las puertas de la ciudad o región ante la fuerza que está por aparecer -y que ya ha aparecido en la pantalla de revelación-. Los centinelas comunican lo que ven y oyen. 


Hasta que los pastores y ancianos aprendan a valorar a los centinelas intercesores que Dios ha puesto en sus ciudades, el enemigo seguirá atacando con éxito. Sin embargo, los centinelas deben librarse de los sentimientos de rechazo y abandono, y ser limpiados del espíritu de la ofensa para que sus ministerios sean recibidos efectivamente.


Evitar la tentación


Jesús exhortó a Sus discípulos a unirse en vigilia y oración para que el hombre espiritual pudiera ser más fuerte que el de la carne. En Mateo 26:40-41, "para que no entréis en tentación" es una gran promesa a tener en cuenta. La vía de escape es sencillamente velar y orar. En la devoción privada lo hacemos para nuestra propia vida, pero en la intercesión lo hacemos en representación de otros.


Vestiduras limpias


Otra promesa viene de Apocalipsis 16:15: "He aquí Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza". La vigilia en intercesión trae consigo liberación de la vergüenza y sentimientos de culpa, y pararnos ante el Señor con vestiduras limpias. La vigilia en oración puede utilizarse como el jabón del cielo para lavar nuestras vestiduras.


CAPÍTULO 8


Las afirmaciones sinceras que puedan surgir de una mente que no cree y no espera nada, se contraponen a la fe que surge del corazón. Hoy más que nunca el Espíritu Santo busca creyentes que crean. "Dios lo dijo. Lo creo. Lo oraremos y luego lo veremos". 


Uno de los elementos faltantes en la ecuación de vivir la Palabra de Dios es orar de vuelta a Él Su Palabra. La oración es la fuerza que revitaliza y da energía a la Palabra de Dios, con el resultado de que el que ora recibe respuestas y ayuda a que se cumplan los propósitos de Dios en la tierra.


Necesitamos una boda entre la escuela de la Palabra y la escuela del Espíritu. Leonard Ravenhill dijo: "Si uno tiene la Palabra sin el Espíritu, se secará. Si uno tiene el Espíritu con la Palabra, madurará". 


La Biblia es tan esencial para la oración como lo es el oxígeno para nuestra salud. A medida que conocemos íntimamente la Palabra de Dios, conocemos íntimamente al Dios de la Palabra. Él nos permite pedirle que haga lo que quiere hacer por nosotros. ¡Es un gran misterio y privilegio! Él ha decidido no hacer la tarea solo, sino que nos ha hecho "colaboradores" con Él. 


Ezequiel 36:37 dice: "Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños". Este pasaje contiene la clave para la metodología del crecimiento del Señor: lo que Él promete, no lo cumplirá, a menos que le pidamos lo que Él desea. El Espíritu de Dios ama la tenacidad como cualidad. La tenacidad es buena, aunque no cuando se trata de egoísmo obstinado. 


¿Qué hemos de recordarle a Dios? Primero, hemos de traer ante el trono de Dios las promesas escritas de la Escritura. La Biblia nos exhorta a venir con valentía ante el trono de Dios. Se nos ordena traer fuertes pedidos ante nuestro Juez. Iaías 43:26 dice:

"Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte" (RVR 1960).


"¡Hazme recordar! Presentémonos a juicio; plantea el argumento de tu inocencia. (NVI).


Hazme recordar, discutamos juntos nuestro caso; habla tú para justificarte. (LBLA).


A Dios le agrada que presentemos nuestro caso y detallemos ante Él nuestros argumentos santos. Hacerlo nos ayuda a entender mejor nuestra necesidad, libera compasión dentro de nosotros, fortalece nuestro coraje cristiano y nos arma de mayor hambre y santa desesperación.


En segundo lugar, debemos ensayar ante el trono las promesas reveladoras de nuestros días que el Espíritu Santo nos ha dicho como personas, familias, grupos, congregaciones, ciudades, regiones o naciones. Estas promesas reveladoras incluyen la palabra escrita (logos), el rhema, sueños y visitaciones de Dios. Todas estas expresiones nacen del corazón de Dios a través de la operación de los dones del Espíritu Santo.


Las impresiones y revelaciones deben alinearse con los principios de la Palabra de Dios y ser confirmadas por hermanos y hermanas en Cristo como promesas auténticas y verdaderas a nosotros desde el corazón del Padre. Una vez que hemos asegurado una promesa auténtica, debemos cargarla en la escopeta, apuntar y disparar. Dar pelea y guerra con lo profético. No se presenta batalla únicamente con las palabras de profecía que recibimos personalmente. Podemos construir y batallar con las palabras dadas a otros también. 


Al expresar lo que hemos leído en la Palabra y que ha penetrado en lo más profundo de nuestro espíritu, le estamos dando al Espíritu Santo algo sobre qué soplar. Por ejemplo, el profeta Daniel se mantuvo orando en la brecha por el cumplimiento del destino profético de su nación. Todo fue cumplido hasta que un intercesor hizo su trabajo, cumplió con las condiciones, se arrodillara sobre la promesa y le recordara a Dios Su Palabra. El secreto de la fe es: solo puede haber tanta fe como hay Palabra de vida en el alma. Estudiemos la Palabra, meditemos en ella y permitamos que el Espíritu Santo nos hable una promesa al corazón. Entonces, tomemos la Palabra -escrita o hablada- y arrodillémonos sobre la promesa.


En el Reino de Dios las llaves pequeñas abren las puertas grandes. Daniel usó las llaves del estudio, la meditación, la oración, la humildad, la confesión y la perseverancia para abrir el destino de Dios para Israel en su generación. 


CAPÍTULO 9


Jeremías 31:10 dice: "Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente". En este versículo encontramos tres verdades. Primero, fue Dios mismo quien dispersó al pueblo de Israel. Segundo, que el mismo Dios que dispersó a Israel reunirá a Su pueblo en su propia tierra. Tercero, que Dios no se remitirá a reunir a Israel nada más, sino que la protegerá, pondrá a su alrededor un cerco de protección divina.


Oseas 1:10 dice: "Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente". 


Cada palabra de juicio de Dios también lleva consigo un rayo de esperanza. La verdad de la Palabra de Dios a veces corta con filo afilado, pero las heridas en última instancia son con el propósito de restaurar y sanar.


Dios volvió a reunir a Su pueblo. Jeremías 31:8-10 dice:


"He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía volverán acá. Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito. Oíd palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid: El que esparció a Israel lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño".


Jeremías explicó que el pueblo de Dios sería liberado con súplica. De acuerdo con la concordancia Strong, el significado de esta palabra es: "fuerte oración". Nuevamente vemos que el secreto para el cumplimiento de la promesa profética es la oración desesperada del corazón -llanto- y orar otra vez la promesa a Dios -súplica-.


Las circunstancias desesperadas requieren medidas desesperadas. La clave de la oración exacta es orar en la voluntad de Dios. Él otorga revelación de Su Palabra y de Su corazón. Nos invita a unirnos en el santo acto de orar de acuerdo con Él. El acto de orar una promesa de vuelta a Dios en sus diversas formas es un grandioso privilegio y una herramienta utilizada para dar curso a la historia.


A la iglesia se le dan tres llaves que han de insertarse en la cerradura de la puerta de la prisión. Estas llaves son: el poder de la proclamación, el poder de la alabanza y el poder de la oración. 


CAPÍTULO 10


El Espíritu Santo está buscando a aquellos con un espíritu extraordinario como Daniel (Daniel 6:3). Él puede darles el entendimiento de los tiempos postreros. Él barre la tierra en busca de los centinelas proféticos que surgirán como Ester en este tiempo (Ester 4:14). Él recorre nuestras iglesias buscando Déboras (Jueces 4:4-5) que se levanten y salgan de su zona de comodidad para avanzar hacia el mundo y marcar una diferencia en la sociedad y aún en el gobierno. Busca gente como José, intérprete de sueños, sabio administrador que salvó a su pueblo de una terrible hambruna (Génesis 41:56-57). 


Los nuevos niveles de autoridad con Dios y sobre el enemigo provienen de nuevos niveles de posesión por parte de Dios. Lo que un hombre ama por sobre todas las cosas será lo que lo gobierne. Si ama el placer, su carácter será sensual. Si ama al dinero, su carácter será mundano. Si ama el conocimiento, será filosófico. Pero si ama a Dios, será divino. 


Para ser vasijas que puedan contener los dones y el poder de Dios, sin rompernos, debemos entregarnos a la maravillosa -y aún a veces trabajosa- obra de la cruz. Al cultivar nuestro temor de Dios recordemos que cuando se trata de juzgar a una nación, el Señor tiene un orden. Evalúa el carácter de su pueblo antes de juzgar el carácter del mundo.


La plomada de Dios, mencionada en Amós, es la Palabra de Dios. Es la misma medida con la que deberíamos medirnos. Cada pensamiento, cada palabra y cada acción determinan la condición de la muralla moral del carácter de nuestras vidas, a ser evaluado según la Santa Palabra de Dios.


Los albañiles no son tan tontos como para construir una pared que no sea perpendicular a la tierra. Su trabajo no perduraría. De manera similar, cuando una persona, ministerio o nación crecen torcidos, deshonestos o mentirosos, la consecuencia será la misma: la pared eventualmente caerá. Debemos ocnstruir las murallas de nuestras vidas con el cemento de la pureza moral, según nos guíe el Espíritu Santo, basarnos en los principios de la Palabra de Dios. 


"¡Ayuda Señor!", debe ser nuestro ruego sincero. El Espíritu Santo busca un pueblo que haga lo que dice y obedezca lo que ora. Busca un pueblo con poder de Dios en la oración. Debemos arrepentirnos, confesar nuestro descreimiento en un Dios Omnipotente y clamar al Señor por la sanación del quebrantado Cuerpo de Su Hijo. Trabajar con esfuerzo y con celo para vencer la pasividad. Conquistar el poder del egoísmo, elegir vivir con devoción a la cruz. Arrepentirnos de las peleas y chismes internos y decir lo que dé gracia a los que nos oyen. Echar al espíritu de la intimidación y levantarnos en la fe de nuestro Dios. Romper la esclavitud del ceremonialismo religioso y dejar que reine el Espíritu de libertad. 


La intercesión traza una línea y ordena a las tinieblas que se retiren para que se haga la luz. Rindamos nuestro corazón a Dios y quizás Él rendirá Su ira y en cambio dejará una bendición. El juicio es en última instancia con propósito de rendención. Aunque clamemos al Señor por Su intervención, llega un momento en que los juicios de Dios son Su misericordia. Pero sigamos clamando siempre por misericordia.


El perdón que damos y recibimos es una de nuestras armas más poderosas en la guerra espiritual. El perdón desarma al enemigo y le anula el derechazo. Si vamos a pelear, el perdón no es un lujo: es una necesidad. La llave del perdón abre muchos tesoros que de otro modo permanecen en la oscuridad. 


CAPÍTULO 11


Para ser intercesor también se requiere de sabiduría. Cuando apreciamos y adoptamos la sabiduría, en realidad nos convertimos en una expresión de esta. La sabiduría se adquiere en las trincheras: haciendo y disparando. Disparamos, nos disparan y luego aprendemos a buscar otra posición. Esto es la sabiduría. La sabiduría es vital para quienes son llamados a hacer cumplir los propósitos de Dios por medio de la intercesión profética. 


A menudo tomamos un principio del Espíritu e intentamos producirlo en serie. En algún punto del camino hemos perdido la vitalidad de la "relación" y la reemplazamos con el sustituto barato de la "copia". Apurados por lograr éxito, copiamos e imitamos lo que otro ha recibido. 


Necesitamos ser la esposa luchadora. Debemos aferrarnos a la mano de Dios -intimidad- mientras nos movemos con su autoridad -lucha-. La intimidad es lo que se requiere para combatir con efectividad. Uno de los secretos para sobrevivir en la batalla es que hay que ser un rinoceronte con piel dura y corazón grande. A medida que crecemos en sabiduría debemos aprender a ser rudos y tiernos a la vez. Los golpes que recibimos al servir en el ejército de Dios son heridas de guerra y Él las sana.


Principios que nos guían para crecer en sabiduría


1. Vivir la vida: Salir a caminar le hace bien al alma. Encontrar un hobby nos hace bien. Hacer ejercicios nos libera de tensiones. La sugerencia es: descansar, hacer ejercicio, comer bien  y no abandonar las amistades ni la diversión. Como dijera un amigo del autor: "Aprende a reírte de la vida, de ti mismo y del enemigo. Levanta los pies y diviértete durante el viaje". Es bueno tomarse un recreo, ordenar un banana split, salir con los niños, ir al cine, al teatro o a un partido de fútbol. No debemos limitarnos a ver pasar la vida: se trata de vivirla. 


2. Evitar criticar a toda costa: Lo que rompe los grupos de intercesión con mayor frecuencia es la aplicación inmadura del discernimiento del problema del otro, que se expresa a través de la crítica. Entonces se instalan las traiciones. Es imposible orar juntos si hay crítica en medio de nosotros. No debemos permitir que nuestro discernimiento de problemas y necesidades se convierta en crítica. O convertimos este discernimiento en intercesión, o eventualmnte se filtrará, saldrá de nuestra boca como crítica y mala habladuría. La crítica no solo afecta a quien la lye; cuando se transmite, impide que nuestra fuerza avance. El amor cubre multitud de pecados; evitemos la crítica a toda costa.


3. Perdonar: Si la crítica permanece se convierte en incubadora de amargura y falta de perdón. Una de las mayores armas en la guerra espiritual es el perdón. Cuando perdone dará gracia a alguien. Cuando uno confiesa sus pecados a otro, es candidato para recibir gracia. La confesión es un acto de humildad. El orgulloso nunca confiesa que se ha equivocado. La sanidad fluye a través de las vasijas de la gracia. La confesión de pecados individuales y colectivos es una actitud y una acción de humildad que atrae la gracia de Dios. Donde hay atmósfera de gracia, llegan los dones del Espíritu Santo. La falta de perdón es un acto de orgullo. Dios se opone a la persona que se niega a perdonar por amor, para traerla de vuelta hacia Él a través de la santa resistencia. El perdón no es una opción sino una necesidad. El apóstol Pablo nos dice en 2 Corintios 2:10-11 que cuando perdonamos le quitamos una ventaja a satanás.


4. Conservar nuestras armas más poderosas: Se trata de utilizar los métodos que mejor manejamos en la intimidad. Si nuestro fuerte es la alabanza, bombardeemos con eso las trincheras del enemigo. Conservémoslas para que el Espíritu Santo se exprese: paz, conocimiento, certidumbre. Luego enviemos las tropas de tierra que disparan con la artillería de objetivos determinados. La alabanza, al igual que la oración, es un arma que todos podemos blandir. Dios utiliza nuestra alabanza para atar y encadenar al enemigo. Esto se expresa en Salmos 149:5-9. Sepamos cuál es nuestra arma más poderosa y utilicémosla.


La alabanza:


Es donde reside Dios (Salmos 22:3). 


Es el camino a la presencia de Dios (Salmos 100:4, Isaías 60:18).


Es vestidura del Espíritu (Isaías 61:1-13). 


Es una poderosa arma de liberación (Salmos 50:23, Hechos 16:25-26).


Es un medio para silenciar al diablo (almos 8:2, Mateo 21:16).


Es el camino hacia la victoria de Cristo (Salmos 106:47, 2 Corintios 2:14).


Es sacrificio (Jeremías 33:11, Hebreos 13:15). 


Permanecer cerca de la sangre: La sangre de Jesús:


Por ella hemos sido perdonados (Hebreos 9:22-28). 


Nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).


Por ella hemos sido redimidos (Efesios 1:7).


Por ella somos justificados como si nunca hubiéramos pecado (Romanos 5:9).


Por ella hemos sido apartados -santificados- para ser santos (Hebreos 13:12).


Por ella hemos recibido paz en la cruz (Colosenses 1:20).


Por ella tenemos confianza de entrar en el lugar santo (Hebreos 10:19).

    

Equivocarnos con compasión


Si nos hemos de equivocar, es mejor hacerlo del lado de la compasión y la misericordia. La intercesión profética necesita alejarse de juzgar, en todo lo posible, y por eso es mejor equivocarse por compasión. Siempre que sea posible permitamos que el pronunciamiento del juicio de Dios sobre algo sea maduro y probado. La compasión es el ingrediente secreto para moverse en la obra de Cristo.


Ken Blue escribe: "El tipo de compasión que Jesús decía sentir por las personas no era una simple expresión de Su voluntad, sino la erupción de su ser interior". De esta compasión, Jesús obró Su poderoso rescate, salvación y liberación". 


Para ser efectivos debemos tener presente la revelación de la naturaleza de Dios en nosotros y hacia nosotros. Debemos conocer el amor del Padre para movernos en Su amor. El corazón de Dios está lleno de gracia y misericodia hacia nosotros, pero debemos sentir Su corazón de compasión, sea cual fuere nuestro ministerio antes de extender Su corazón de compasión hacia los demás.

No permitamos tener terreno en común


Jesús habla de Su autoridad sobre el diablo:


"No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí". La versión de la Biblia Amplificada en inglés echa luz sobre este pasaje; explica así la última frase: "Él no tiene poder sobre mí, no tiene nada en común conmigo, no hay nada de mí que le pertenezca". 


Terry Crist escribe: "La razón por la que Jesús era tan efectivo en la guerra espiritual (...) por qué podía confrontar tan efectivamente al diablo (...) en el encuentro del desierto (fue que) Jesús reconocía la ley de purificación. La razón por la que Jesús esgrimía tal poder y autoridad para lidiar tan efectivamente con el malvado opresor de las naciones, fue porque no existía terreno común entre Él y su adversario. Cuando el diablo atacó a Jesús, no había nada en Él que pudiera recibir el golpe. Cuando satanás lo examinó, no había nada que encontrar. Jesús y satanás no tenían relación alguna, no había terreno en común. No había nada en Jesús que diera testimonio de las obras de las tinieblas. Una de las razones por las que tantos ministros e intercesores han sido golpeados por los dardos del enemigo, es porque no han respondido a la ley de purificación". 


Cuando Dios nos da discernimiento genuino y auténtico o cuando derrama sobre nosotros el don de discernimiento de espíritus, antes de salir a perseguir los dragones externos y los espíritus territoriales, debemos asegurarnos de que no haya nada en común entre nosotros y el enemigo. Arrepintámonos cuando haga falta. Limpiemos nuestra propia vifa con el poder de la sangre de Jesús y entreguémonos a la obra de la cruz. Derribemos la base legal -el derecho del enemigo- de atacar primero.


Luego podemos tomar autoridad sobre los enemigos externos sin recibir horrendas repercusiones de los coletazos de la guerra espiritual. Si cooperamos con las leyes de la purificación por medio del arrepentimiento, la santificación y el ministerio de la liberación, haremos algo de vital importancia. 


Evitando los señuelos


Cuando el diablo asome, mantenga la vista en Jesús. A veces el enemigo astutamente se disfraza de objetivo para desviarnos de aquel otro hacia el cual nos dirige el Señor. Si mantenemos nuestros ojos en el Señor, Su presencia será derramada sobre nosotros y vencerá al enemigo. Cuando sea posible, elijamos las peleas. Evitemos los señuelos y su atractivo. Mantengamos la mirada en Jesús.


Rompiendo la penalidad


"Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, e hizo como Jehová le dijo. Mas temiendo hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche.Por la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aquí que el altar de Baal estaba derribado, y cortada la imagen de Asera que estaba junto a él, y el segundo toro había sido ofrecido en holocausto sobre el altar edificado. Y se dijeron unos a otros: ¿Quién ha hecho esto? Y buscando e inquiriendo, les dijeron: Gedeón hijo de Joás lo ha hecho. Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás: Saca a tu hijo para que muera, porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado la imagen de Asera que estaba junto a él. Y Joás respondió a todos los que estaban junto a él: ¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar. Aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, esto es: Contienda baal contra él, por cuanto derribó su altar". Jueces 6:27-32.


Aquí encontramos una penalidad -maldición o consecuencia- que fue puesta de modo que cayra sobre el que derribara los altares demoniacos. Las Escrituras no especifican esto directamente, pero podemos inferirlo en la orden que los hombres de la ciudad le dieron al padre de Gedeón: "Saca a tu hijo para que muera" (v. 30) y "contienda baal contra él" (v. 32).


El Antiguo Testamento nos muestra la vida de Gedeón, nos da entendimiento de la necesidad de orar un cerco de protección alrededor de nosotros y de nuestras familias, rompiendo en el Nombre de Jesús toda maldición o penalidad que el enemigo intente hacer caer sobre el pueblo de Dios al luchar contra las tinieblas.


 También hay una recompensa para los valientes guerreros: "Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón". (Jueces 6:34). ¡La recompensa de Dios es espectacular! 


Luego de enfrentarnos con el enemigo, es recomendable ofrecer una oración que rompe la maldición del enemigo -todo coletazo o contraataque- que pudiera venir contra nosotros o nuestra familia: nuestra salud, esperanzas, futuro, llamado, finanzas, posesiones, vehículos, mascotas, etc. 


La red de seguridad: Andar junto a otros


El efecto  multiplicador contra el enemigo se da cuando nos unimos a otros. La armadura de Dios protege nuestra parte delantera y somos la protección para las espaldas de otros. Cubrámonos mutuamente con consejos, compañía y oración. Todo predicador necesita un intercesor.


No todas las batallas serán nuestras. Algunas lo serán y otras serán para otras personas. Algunas simplemente nisiquira requerirán de nuestra participación. Donde Él nos lleve, nos dará gracia, protección y triunfo. La pregunta crucial es: ¿Qué me lleva a la pelea: mi celo del alma, mi carne no santificada, un espíritu que me seduce o Jehová Nissi el Señor nuestro Estandarte?


CAPÍTULO 12


El Señor es quien abre caminos, quien ha ido antes que nosotros y ha abierto las puertas del cielo y el infierno. Él ya lo ha hecho. Pero hoy, el Espíritu Santo busca a quienes tengan un espíritu de avanzada. 


No solo estamos llamados a entrar en la presencia del Rey por las puertas de la alabanzas, sino que también hemos de vencer las puertas del enemigo. "Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella". (Mateo 16:18). El enemigo ha venido como hizo en tiempos de Abraham e Isaac y llenó los pozos de salvación. Ahora es el momento en que los abre caminos deberán volver a cavar estos antiguos pozos, para permitir que las aguas de la presencia sanadora de Dios vuelvan a fluir (Génesis 26:15-22).


Cuando se abren los cielos sobre una región, nuestros ojos espirituales se abren y vemos con los ojos de Dios. Esto sucedió cuando Jacob vio a Betel como una puerta del cielo abierta y la presencia manifiesta de Dios descendiendo sobre él. Las llaves pequeñas abren puertas grandes, y las llaves de la oración santa, valiente, perseverante, son las que abren las puertas del cielo para que los recursos de Dios bajen a la tierra (Mateo 16:19; 18:18-20). Lo que Dios está pidiendo a Su pueblo es que creamos en Él y que hagan hasta la cosa más pequeña que nos ordene hacer. Hagamos las cosas pequeñas que nos tocan para que Él pueda hacer cosas grandes. Nuestro certificado de nacimiento en el Reino de Dios viene con una descripción de tareas: sacerdote y profeta del Señor. 


Hay dos grandes olas de la presencia y de la gloria manifiesta de Dios que vienen hacia la iglesia en esta generación: Primero es la ola de Su presencia que restaura el temor del Señor. Esta magnífica ola de gracia será seguida por una extraordinaria oleada de evangelización con poder. Cuando el temor del Señor sea restaurado a la esposa de Cristo, el poder de Dios fluirá como rara vez se ha visto desde los días del libro de los Hechos. 


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