La Biblia es una compilación de libros, inspirados de forma divina, la cual aborda diferentes temas, siendo el liderazgo uno de los más recurrentes. Existen múltiples cualidades que se deben nombrar en una persona que aspire a dirigir una empresa u organización. En esta ocasión, por fines prácticos y didácticos, trataremos cuatro de ellas en tres puntos:
1) Determinación
2) Constancia
3) Sujeción y obediencia.
DETERMINACIÓN
Sin duda, uno de los ejemplos más notables de liderazgo es la vida de Nehemías. Este hombre fue levantado por Dios para dirigir uno de los proyectos más difíciles de lograr en la historia de Israel: la reconstrucción de las murallas de Jerusalén.
La ciudad sagrada había sido arrasada por el ejército persa y muchos de sus habitantes más nobles habían sido llevados presos a la capital del imperio, para entonces el más grande del mundo. Entre esos cautivos, se encontraba el joven Nehemías, cuya función era servir la copa del vino al Rey Artajerjes. Básicamente la tarea de Nehemías era probar el vino antes que llegara a manos del monarca, para garantizar de este modo que la bebida no estuviera envenenada. En caso de un intento de magnicidio por envenenamiento, el Rey y la corte real se daban cuenta porque el copero mostraría datos de intoxicación por alguna sustancia extraña o simplemente caería muerto. Parecería un oficio no muy deseable, sin embargo, su posición dentro del salón real le permitía al copero conocer detalles íntimos de la personalidad del jerarca, los cuales no eran vistos por cualquiera.
El hecho de permanecer tan cerca de un dirigente como Artajerjes, el más poderoso del mundo en la época, (algo así como Donald Trump, Vladimir Putin o Xi Jinping en la actualidad), bien pudo haber favorecido que Nehemías desarrollara una confianza excesiva, seguridad y despreocupación con respecto al mundo exterior debido a su cercanía con el Rey. No obstante, la Biblia no muestra dato alguno que sugiera que haya sucedido algo así.
A pesar de la enorme distancia entre Susa, la capital del imperio y Jerusalén, Nehemías identificó una necesidad: la ciudad había quedado en ruinas y necesitaba con urgencia volver a levantar su muro. La necesidad de hacer esto va más allá de permitir la defensa de Jerusalén ante eventuales ataques enemigos. La muralla representa la demarcación de límites con respecto a la cultura y las tradiciones hebreas, las cuales Dios estableció de forma muy celosa. Los judíos que habían quedado en Jerusalén se habían olvidado de las restricciones que el Señor había puesto para su pueblo, de modo que ahora se mezclaban libremente con el resto de los pueblos de la tierra. Esto lo podemos ver en Nehemías 13:23-24 en donde se señala:
“Vi también en aquellos días a judíos que se habían casado con mujeres asdoditas, amonitas y moabitas. De sus hijos, la mitad hablaban la lengua de Asdod, y ninguno de ellos podía hablar la lengua de Judá, sino la lengua de su propio pueblo”.
No se puede vivir con determinación sin establecer primero un objetivo a alcanzar. Tampoco existe la posibilidad de señalar una meta lejana y determinar en nuestro corazón dar todo por llegar a ella sin primero tener una buena razón para hacerlo. Es así como Nehemías conoció la necesidad y en consecuencia, se decidió a actuar.
CONSTANCIA
La constancia se define de acuerdo con la Real Academia Española como “firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos”. Mientras que la determinación es aquello que motiva a iniciar, la constancia es aquello que te impide desistir de aquello que has comenzado.
En el caso de Nehemías, el Rey Artajerjes le concedió todos los recursos económicos necesarios para emprender la tarea de la reconstrucción del muro. Por si fuera poco, cuando Nehemías presentó el proyecto de reconstrucción a los judíos que habitaban Jerusalén, la gente respondió de forma favorable:
“Entonces les dije: Vosotros veis la mala situación en que estamos, que Jerusalén está desolada y sus puertas quemadas a fuego. Venid, reedifiquemos la muralla de Jerusalén para que ya no seamos un oprobio. Y les conté cómo la mano de mi Dios había sido conmigo, y también las palabras que el rey me había dicho. Entonces dijeron: Levantémonos edifiquemos. Y esforzaron sus manos en la buena obra”. Nehemías 2:17-18.
Podríamos pensar que por este hecho todo sería fácil y que el proyecto caminaría sobre ruedas, sin embargo, leemos en la historia que no fue así. Apenas se enteraron algunos enemigos de Israel, comenzaron los intentos por desestabilizar la obra:
“Pero cuando se enteraron Sanbalat horonita, Tobías el oficial amonita y Gesem el árabe, se burlaron de nosotros, nos despreciaron y dijeron: ¿Qué es esto que estáis haciendo? ¿Os rebeláis contra el rey? Nehemías 2:19.
Como vemos en Nehemías 2:19, la actitud que invariablemente acompaña a la burla es el menosprecio. El menosprecio es una de las materias ineludibles en la Universidad de Dios para graduar a sus mejores siervos. Podría asegurar casi de forma inequívoca que toda persona que en su caminar con Dios cree que Él la puede usar para grandes propósitos, sufrirá en algún momento este mal.
“Y sucedió que cuando Sanbalat se enteró de que estábamos reedificando la muralla, se enfureció y se enojó mucho. Y burlándose de los judíos, habló en presencia de sus hermanos y de los ricos de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿La restaurarán para sí mismos? ¿Podrán ofrecer sacrificios? ¿Terminarán en un día? ¿Harán revivir las piedras de los escombros polvorientos, aun las quemadas? Tobías el amonita estaba cerca de él, y dijo: Aun lo que están edificando, si un zorro saltara sobre ello, derribaría su muralla de piedra. Oye, oh Dios nuestro, cómo somos despreciados. Devuelve su oprobio sobre sus cabezas y entrégalos por despojo en una tierra de cautividad. No perdones su iniquidad, ni su pecado sea borrado de delante de ti, porque han desmoralizado a los que edifican. Nehemías 4:1-5.
Nehemías se enfrentaba al reto de animar a un pueblo desmoralizado para continuar la construcción del muro. El menosprecio es una de las armas más letales que posee el enemigo para derribar personas, familias, ministerios y congregaciones. El menosprecio es un arma, por desgracia, muy efectiva que atenta contra la unidad del Cuerpo de Cristo. Por supuesto, Dios también aborrece esta actitud y a través de las Escrituras podemos notar que el Señor castiga severamente a quienes incurren en ella.
Un ejemplo sobresaliente al respecto lo encontramos en Mical, la esposa del rey David. La Biblia dice en 2 Samuel 6:16: Sucedió que cuando el arca del SEÑOR entraba a la ciudad de David, Mical, hija de Saúl, miró desde la ventana y vio al rey David saltando y danzando delante del SEÑOR, y lo menospreció en su corazón. Como consecuencia, se añade más adelante en el versículo 23: "Y Mical, hija de Saúl, no tuvo hijos hasta el día de su muerte".
El menosprecio trae como consecuencia a la persona que lo practica, esterilidad física y/o espiritual. Esto puede suceder en el corto, mediano o largo plazo. Dios es justo, verdadero y perfecto en todos sus caminos. Él no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta. Tarde o temprano la Palabra del Señor se cumplirá.
Un antídoto contra la burla y el menosprecio consiste en aprender a guardar nuestro corazón. Proverbios 4:23 es un pasaje muy conocido que dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida”. La palabra vida en este versículo se refiere al ánimo, el vigor y la actitud de una persona frente a las circunstancias diarias. Esto es de suma importancia para mantenernos constantes en nuestra labor, tal como enseña Eclesiastés 11:5-6:
“Como no sabes cuál es el camino del viento, o cómo se forman los huesos en el vientre de la mujer encinta, tampoco conoces la obra de Dios que hace todas las cosas. De mañana siembra tu simiente y a la tarde no des reposo a tu mano, porque no sabes si esto o aquello prosperará, o si ambas cosas serán igualmente buenas”.
En otras palabras, lo que la Biblia quiere dar a entender es que no importa cómo Dios hace las cosas, ¡pero de que Dios las hace, las hace! No es necesario detenernos a tratar de entender las cosas que suceden a nuestro alrededor; no necesitamos descifrar las razones por las cuales ciertas personas nos toman en poco, incluso a pesar de ser nuestros hermanos en la fe. La Biblia sólo nos incita a continuar caminando en fe, sin mirar las circunstancias que nos rodean, hasta llegar al objetivo que el cielo trazó. Si David se hubiera detenido a pensar en las groserías que recibía de sus hermanos o en los falsos señalamientos hechos hacia su persona, como cuando Eliab le dijo: “(…) Yo conozco tu soberbia y la maldad de tu corazón, que has descendido para ver la batalla” (1 Samuel 17:28), probablemente no hubiera enfrentado al gigante y se hubiera truncado su promoción. Si se hubiera detenido a considerar el menosprecio de su esposa, jamás habría sido recordado como “el ungido del Dios de Jacob y el dulce salmista de Israel” (2 Samuel 23:1) ni como un “hombre conforme al corazón de Dios” (Hechos 13:22). Si Nehemías hubiera considerado en su corazón las palabras de Sanbalat y sus demás enemigos, nunca habría sido posible la edificación del muro y la restauración física y espiritual de Israel.
A veces nos desanimamos porque los resultados que obtenemos no son los que esperamos ni los que remotamente imaginamos. Esto me hace pensar en el ejemplo del misionero inglés del siglo XIX Hudson Taylor, quien se dedicó a predicar el evangelio en China, una de las zonas más difíciles y hostiles para el evangelio desde el punto de vista histórico. A pesar de las adversidades que enfrentó, entre las que se incluye la muerte de alguno de su hijos y enfermedades personales, se dice que durante 40 años el sol no amaneció en China sin encontrar a Hudson Taylor de rodillas buscando la presencia del Señor. No se registra que Taylor haya fundado una mega iglesia en China, establecido alguna visión o denominación específica en ese país, sin embargo, se calcula que se convirtieron al cristianismo alrededor de 18 mil personas. Lo que sí se conoce con certeza es que fue el traductor del Nuevo Testamento al chino, tras lo cual se estima que en la actualidad existe un grupo de creyentes creciente y pujante de más de 100 millones de miembros en dicha región de Asia, de modo que hoy se considera a China como el país con la iglesia perseguida más grande del mundo.
Pablo escribió a la iglesia en Corinto que el papel de cada siervo de Dios es diferente en el proceso de anunciar el evangelio y establecer el Reino de Dios. En 1 Corintios 3:6-9 se escribe:
“Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo sino Dios que da el crecimiento. Ahora bien, el que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su propia recompensa conforme a su propia labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros labranza de Dios, edificio de Dios”.
OBEDIENCIA Y SUJECIÓN
1) La zarza que ardía sin consumirse. (Éxodo 3:2).
2) La vara que se convirtió en serpiente. (Éxodo 4:3).
3) La mano de Moisés que se tornó en leprosa y sanó al meterla y sacarla de su seno. (Éxodo 4:7).
4) El agua del Nilo convertida en sangre. (Éxodo 7:14-25).
5) El territorio de Egipto infestado de ranas. (Éxodo 8:1:15).
6) La plaga de los piojos. (Éxodo 8:16-19).
7) La plaga de los insectos. (Éxodo 8:20- 32).
8) La peste en el ganado. (Éxodo 9:1-7).
9) La plaga de las úlceras. (Éxodo 9:8-12).
10) El territorio de Egipto arruinado por el granizo. (Éxodo 9:13-35).
11) La plaga de las langostas. (Éxodo 10:1-20).
12) El territorio de Egipto cubierto por densas tinieblas. (Éxodo 10:21-29).
13) La muerte de todos los primogénitos de Egipto. (Éxodo 12:29-31).
14) La nube durante el día y la columna de fuego durante la noche. (Éxodo 13:21-22).
15) La apertura del Mar Rojo. (Éxodo 14:21-22).
16) El cierre del Mar Rojo con la sepultura del ejército del Faraón. (Éxodo 14:26-28).
17) La sanidad de las aguas de Mara. (Éxodo 15:22-25).
18) Alimentación con maná durante el día. (Éxodo 16:4, Éxodo 16:31).
19) Alimentación con codornices durante la tarde. (Éxodo 16:12-13).
20) Brotar agua de la peña de Horeb. (Éxodo 17:5-6).
21) Victoria sobre Amalec. (Éxodo 17:8-16).
22) El monte Sinaí humeaba, aparecían relámpagos y se oían truenos en el cielo cuando Moisés hablaba con Dios (Éxodo 19:16-21).
23) Cuando Moisés hablaba con Dios en la tienda, una nube del cielo descendía en dicho lugar, a la vista del todo el pueblo. (Éxodo 33:9-10).
24) Dios le concedió a Moisés ver sus espaldas. (Éxodo 33:18-23).
25) Cuando Moisés bajaba del monte Sinaí, su rostro resplandecía, de modo que necesitaban ponerle un velo para poder hablar con él. (Éxodo 34:29-35).
Sin duda, la era de Moisés como dirigente nacional fue una de las más prolíficas en la historia de Israel. Literalmente, el pueblo de Israel veía milagros todos los días. Podríamos decir que para ellos ver señales y prodigios era tan común como lo es ver televisión para nosotros. ¡Los milagros estaban en todas partes!
Sin embargo, Moisés envejeció y llegó el momento de delegar la responsabilidad a otra persona de conducir al pueblo judío. Como sabemos, el sucesor se llamó Josué (su nombre original era Oseas de acuerdo con Números 13:16, pero esa es otra historia). Josué comenzó siendo el ayudante de Moisés, ministrando la presencia de Jehová fielmente (Éxodo 33:11). No tenemos evidencia que antes de haber sido llamado por Dios para ocupar el cargo de Moisés, Josué haya sido usado para que se efectuara algún milagro. De hecho, aparte de ministrar a Dios, la única tarea que lo vemos desempeñando es reconocer la tierra prometida en calidad de espía (Números 13). Sin reclamos, excusas o pretextos, vemos a Josué rendir un informe apropiado de la situación geográfica y demográfica de la región que Dios dijo que habrían de conquistar. Por un informe apropiado me refiero a que lo que Caleb y Josué reportaron estaba de acuerdo con la perspectiva de Dios y no con la perspectiva de los hombres.
Aquí vemos que uno de los beneficios que trae consigo la fidelidad en el servicio y la obediencia es el poder apreciar las cosas tal como Dios las ve. Josué servía a Dios no porque anhelaba ocupar el puesto de Moisés, como si se tratara de una promoción gerencial en alguna súper empresa, sino porque el corazón de Josué estaba asombrado con la grandeza de Dios. Esa misma actitud es lo que condicionó que cuando vio gigantes en la tierra, sus ojos no estaban puestos en el imponente físico y fuerza de dichos monstruos, sino en el enorme poder de Dios para salvar. Creo que fue probablemente por esta razón que Moisés decidió llamarlo “Josué” (que significa “Dios salva”).
El punto al cual quiero llegar sobre la vida de Josué es que la obediencia siempre trae consigo promoción. Dios no está buscando gente capacitada con los conocimientos más actuales y especializados del mercado laboral, tampoco está buscando gente con talento ni personas con el mayor carisma posible para realizar Su obra. Dios está buscando adoradores que quieran adorarlo en Espíritu y Verdad (Juan 4:23). Si consideramos que Dios es espíritu (Juan 4:24), que sus palabras son espíritu y son vida (Juan 6:63), que Jesús es la verdad (Juan 14:6), que la Palabra de Dios es verdad (Juan 17:17) y que Jesús es el Verbo de vida (Juan 1:1-4), entenderemos que ¡Dios está en la búsqueda de una generación que lo adore de conformidad con lo establecido por Su Palabra!
¡Dios no necesita nuestra adoración, sino que la merece! Dios no puede ser adorado de cualquier manera como al mundo o a la gente se le ocurra. Dios estableció reglas básicas en Su Palabra para poder acercarnos a Él. Un claro ejemplo de eso, lo encontramos en el traslado del Arca del Pacto en Israel.
El Arca del Pacto había sido capturada por los filisteos en una batalla que resultó desastrosa para Israel. En dicho encuentro murieron 30 mil hombres hebreos y el objeto que representaba la Presencia de Dios fue llevada como trofeo de guerra por el ejército enemigo. Cuando el Arca fue colocada en el templo de dagón en la ciudad de Asdod, este ídolo pagano amaneció al día siguiente derribado y postrado en tierra frente al Arca. Me atrevo a pensar que los filisteos creyeron que dicha situación se trataba de un accidente o que alguna corriente de viento lo había provocado. No obstante, a la mañana siguiente ¡el dios dagón amaneció decapitado! Por supuesto, el terror hizo presa a los filisteos quienes intentaron por todos los medios deshacerse del Arca llevándola a la ciudad de Gat. Para su sorpresa, la población de Gat fue herida con tumores en la piel en señal del juicio de Dios para esa tierra. Más adelante, el arca fue enviada a Ecrón en donde Dios los castigó con mortandad y tumores. Por esa razón, después de 7 meses, los filisteos convocaron a sus príncipes, sacerdotes y adivinos para hacer un consenso y devolver el arca a Israel. Finalmente, decidieron hacerlo de esta forma:
“Ahora pues tomad y preparad un carro nuevo y dos vacas con crías sobre las cuales no se haya puesto yugo; uncid las vacas al carro y llevad sus becerros a casa, lejos de ellas. Y tomad el arca del Señor y colocadla en el carro; y poned en una caja a su lado los objetos de oro que le entregaréis como ofrenda por la culpa. Luego, dejadla ir, y que se vaya”. 1 Samuel 6:7-8.
Pasaron los años y David se convirtió en el rey de Israel. El arca había estado en Bet-semes y más tarde en Quiriat-Jearim donde permaneció durante 20 años (1 Samuel 7:2). Por esta razón es que David decidió trasladar el arca a Jerusalén, pero se hizo de la siguiente manera:
“Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, para que la pudieran llevar de la casa de Abinadab que estaba en la colina. Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo. Y lo llevaron con el arca de Dios de la casa de Abinadab que estaba en la colina y Ahío iba delante del arca. (…) Pero cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió la mano hacia el arca de Dios, y la sostuvo porque los bueyes casi la volcaron. 2 Samuel 6:3,4,6.
Como observamos, ¡hicieron las cosas de la misma forma que los filisteos! No sé qué pasó exactamente por la cabeza de los israelitas, pero es un hecho que tomaron el ejemplo de los filisteos como referencia. Por supuesto, hacer las cosas de la misma manera en que las hace el mundo tiene consecuencias. En este caso, leemos:
“Pero cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió la mano hacia el arca de Dios, y la sostuvo porque los bueyes casi la volcaron. Y se encendió la ira del Señor contra Uza, y Dios lo hirió allí por su irreverencia; y allí murió junto al arca de Dios. (…) David tuvo temor del Señor aquel día, y dijo: ¿Cómo podrá venir a mí el arca del Señor? Y David no quiso trasladar el arca del Señor con él a la ciudad de David, sino que la hizo llevar a la casa de Obed-edom geteo”. 2 Samuel 6:6, 7, 9, 10.
Imagino que esa noche David tuvo muchas cosas que pensar al respecto. Probablemente ni siquiera pudo dormir repasando en su mente todo aquello que pudo condicionar la tragedia que sucedió. Es un hecho que la muerte de Uza pudo ser evitada. ¿Cómo? Atendiendo simplemente las indicaciones que venían en la ley de Dios. David se dio cuenta de ello y en un relato paralelo del incidente, se escribe:
“Entonces David dijo: Nadie ha de llevar el arca de Dios sino los levitas; porque el Señor los escogió para llevar el arca de Dios y servirle para siempre. (…) Entonces David hizo llamar a los sacerdotes Sadoc y Abiatar y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, y les dijo: Vosotros sois los jefes de las casas paternas de los levitas; santificaos, tanto vosotros como vuestros parientes, para que subáis el arca del Señor, Dios de Israel, al lugar que le he preparado. Puesto que no la llevasteis la primera vez, el Señor nuestro Dios estalló en ira contra nosotros, ya que no le buscamos conforme a la ordenanza”. 1 Crónicas 15:2, 11-13.
En resumen, esto sucedió porque habían descuidado la forma de acercarse a Dios. Olvidaron cómo es que Dios había ordenado que se adorara Su presencia y al parecer a nadie pareció importarle, en al menos 20 años, investigar cómo se hacía. Lamentablemente, se habían olvidado de indagar en la ley (la palabra) de Dios.
Volviendo al punto de Juan 4:23-24, adorar en espíritu y verdad representa adorar conforme a lo establecido por la palabra de Dios. Para esto, conviene recordar que la forma más elevada de adoración, se llama obediencia:
“Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en holocausto y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención que la grosura de los carneros. (…) Por cuanto has desechado la palabra del Señor, Él también te ha desechado para que no seas rey”. 1 Samuel 15:22, 23.
No olvidemos: Dios desecha a quienes rehúsan obedecer a Su palabra.
Volviendo al tema de Josué, su era como dirigente del pueblo de Israel se caracterizó por obediencia. Con Josué se documentan en la Biblia menos milagros que los que sucedieron con Moisés, por ejemplo:
1) La apertura del Río Jordán (Josué 3:14-17).
2) La caída de la muralla de Jericó (Josué 6).
3) Se detuvieron el sol y la luna a la orden de Josué (Josué 1:12-13).
Cuando el pueblo de Israel conquistó Jericó, conmemoraron la Pascua y se escribe en Josué 5:11 “Y el día después de la Pascua, ese mismo día, comieron del producto de la tierra, panes sin levadura y cereal tostado. Y el maná cesó el día después que habían comido del producto de la tierra, y los hijos de Israel no tuvieron más maná, sino que comieron del producto de la tierra de Canaán durante aquel año”.
¡Vaya forma de comenzar de Josué! Apenas un par de milagros después, se acabó la provisión sobrenatural del cielo para alimentar al pueblo. De hecho, no se vuelve a escribir o documentar la existencia de una nube protectora de día o de fuego durante la noche. Tampoco se vuelve a escribir sobre montes humeantes o rostros resplandecientes. Simplemente se registran las victorias conseguidas con base en la obediencia de un líder.
Yo creo profundamente en un Dios que hace milagros. Creo que Él es el mismo hoy, ayer y por los siglos. Él no cambia. y por eso Él sigue haciendo milagros sobrenaturales hasta el día de hoy. Sin embargo, vemos que en la era de Josué tal parece que los milagros no desaparecieron, sino que se ocultaron. Fue como si Dios hubiera probado el corazón del pueblo para que se conociera si ellos lo seguirían sólo por lo que veían o irían más allá de eso. No por nada, Jesús dijo a Tomás: “(…) Bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29).
Para finalizar esta parte de la importancia de la obediencia en la vida de un líder, quiero compartir una de las historias más interesantes que me he encontrado en la Biblia. Los protagonistas en este caso no son personas conocidas como lo fueron Moisés, Josué o David. De hecho, casi pasan desapercibidos en las Escrituras.
No conocemos sus nombres, ni el nombre de sus parientes. Tampoco sabemos su tribu de procedencia e incluso no podemos asegurar que eran israelitas siquiera. Como podrán darse cuenta, son unos perfectos desconocidos a los cuales la Biblia los menciona únicamente como los siervos de Saúl. Su aparición en el relato bíblico ocurre cuando “El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y un espíritu malo de parte del Señor le atormentaba”. (1 Samuel 16:14).
Esto sí que es iniciar con “el pie izquierdo”. Estaban en el medio de una de las situaciones políticas y espirituales más complicadas en la historia de Israel. Saúl ya había mostrado datos en el pasado que indicaban que era negligente en cuanto a las órdenes que recibía de Dios. Para entonces, Dios había indicado en 1 Samuel 8:12 que el hombre que Él escogiera como rey tenía la obligación de organizar al ejército en jefes de mil y de cincuenta, así como de fabricar armas de guerra. Sin embargo, en 1 Samuel 13 Saúl salió a librar una guerra en contra de los filisteos sin contar con el armamento necesario. Se describe que el ejército enemigo contaba con “treinta mil carros, seis mil hombres a caballo y hombres de a pie numerosos como la arena del mar” (1 Samuel 13:5), mientras que en Israel eran sólo tres mil hombres (1 Samuel 13:2), “y sucedió que en el día de la batalla, no había espada ni lanza en mano de ninguna de la gente que estaba con Saúl y Jonatán, pero sí las había en mano de Saúl y de su hijo Jonatán”. 1 Samuel 13:22.
¡Saúl era un rey demente! Literalmente decidió enfrentar una campaña militar desobedeciendo a Dios y poniendo como carne de cañón a miles de hombres judíos valientes. Literalmente, la negligencia lo condujo a la demencia. Además, en 1 Samuel 15 encontramos cuando Saúl desobedece en el ataque a Amalec y es desechado como rey.
Estas cosas por sí solas podrían haber sido razón suficiente para que los sirvientes de Saúl, que eran de las personas más cercanas al rey, cuestionaran su obediencia incondicional hacia él. Pero lo que me llama la atención de ellos es en primer lugar lo que en 1 Samuel 16:15 dice:
“Entonces los siervos de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te está atormentando”.
Yo nací en lo que denominan “cuna cristiana”. Así que a lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de ver muchas manifestaciones en forma de gente que ríe, cae al suelo, se arrastra, se revuelca, etc. A pesar de que esto lo he contemplado en múltiples ocasiones, debo reconocer que la mayoría de las veces me cuesta discernir si tal o cual manifestación es de Dios, es del diablo o simplemente la persona está loca. ¡Honestamente muchas veces no lo sé! Y por favor, no seas tan severo conmigo, estoy seguro que te ha pasado a ti también.
Desconozco qué clase de manifestaciones presentaba el rey Saúl. Probablemente perdía el control de sus emociones, tenía episodios frecuentes de pérdida de memoria, desvariaba en su pensamiento, mostraba ataques de ira o pasaba largas noches de insomnio. Sin embargo, estos tipos que son unos perfectos desconocidos, con la mano en la cintura fueron capaces de identificar que lo que le sucedía al rey Saúl era producto de un espíritu ¡y que dicho espíritu no procedía del infierno sino de Dios! ¡Vaya tamaño de revelación, ¿no?!
Imagino que con esta clase de información clasificada, ellos tenían la oportunidad de filtrarla a algún sector inconforme del ejército o algunos opositores políticos para orquestar un golpe de Estado. Después de todo, Saúl estaba mostrando datos de locura y demencia, lo cual podía poner en riesgo la estabilidad de una nación y de su población. No obstante, estos siervos en todo momento mostraron su lealtad y sujeción al rey Saúl al expresar en 1 Samuel 16:16:
“Ordene ahora nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen un hombre que sepa tocar el arpa, y cuando el espíritu malo de parte de Dios esté sobre ti, él tocará el arpa con su mano y te pondrás bien”.
En otras palabras, lo que los siervos le estaban diciendo a Saúl era que sin importar todos los antecedentes que conocían de él y sin importar la clase de información delicada que poseían, ellos seguirían obedeciendo sus instrucciones. El versículo no dice algo así como: “nos permitimos traerte a alguien que toque bien”, tampoco dice “creemos que estás mal rey Saúl, más te vale que permitas que te ayudemos”. El pasaje simplemente dice: “Ordene ahora nuestro señor a tus siervos”…
¡Qué importante es la fidelidad y la lealtad en todos los ámbitos de nuestra vida! Nuestras familias, iglesias, ministerios, el gobierno y la sociedad en general necesitan urgentemente personas de esta clase, que por desgracia son muy escasas. En el pasaje anterior no sólo vemos estas cualidades sino que se destapa una nueva revelación de proporciones descomunales: “(…) Y cuando el espíritu malo de parte de Dios esté sobre ti, él tocará el arpa con su mano y te pondrás bien”.
Estos hombres fueron los primeros en toda la Biblia, en identificar un poder espiritual importante en la música. Fueron los pioneros en reconocer a la alabanza como instrumento de liberación y guerra espiritual. Antes de ellos, nadie había notado eso. Después de ellos, todos conocemos esa revelación.
En el cielo existen un montón de cosas que aún no se revelan en la tierra. Dios siempre ha querido mostrarlas a Su iglesia. Para eso, requiere levantar pioneros que se atrevan a bajarlas del ámbito espiritual al ámbito natural. Por ejemplo: Elías fue un hombre sujeto a pasiones como las nuestras (Santiago 5:17), pero aún en medio de sus defectos, fue el primero en toda la Biblia en ser usado por Dios para resucitar a una persona (1 Reyes 17:20-23). Por supuesto, para que esto se viera materializado en la tierra, Elías tuvo que obedecer primero a la instrucción de Dios cuando le dijo: “Levántate, ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y quédate allí; he aquí, yo he mandado a una viuda de allí que te sustente”. (1 Reyes 17:9).
Esto debió ser una humillación terrible para el orgullo de un hombre rudo y malencarado como Elías. El pastor Charles Swindoll, en su libro “Elías, un Hombre de Heroísmo y Humildad” lo escribe de la siguiente manera:
“Yo no sé qué pensaría usted, pero yo habría considerado eso un consejito algo humillante. Dios no le dijo: Te he ordenado que vayas a Sarepta para que proveas de comida a una viuda pobre”. En vez de eso, es la viuda pobre quien va a alimentar a este famoso profeta del Señor que había confrontado al rey. Esto es un maravilloso recordatorio de que muchas veces son las tareas más humildes las que nos preparan para la tareas más grandes e importantes”.
Y tal como lo mencionamos al inicio de este texto, para iniciar una obra de Dios, se necesita determinación y ésta no se obtiene sin primero contar con una revelación o identificación de la necesidad que existe. Es aquí donde se conecta toda la enseñanza: la obediencia y sujeción son el precedente de la revelación, la revelación produce determinación y finalmente es la constancia lo que nos permitirá ver los frutos de nuestra labor en el liderazgo.
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