En
1 Crónicas 16:1-3 se relata cuando David ordena trasladar el arca de Dios a
Jerusalén. En el versículo 3 se dice: “Y repartió a todo Israel, así a
hombres como a mujeres, a cada uno una torta de pan, una pieza de carne y una
torta de pasas”.
Cada
uno de los elementos que repartió tiene un profundo simbolismo profético:
1)
La
torta de pan es un símbolo del Padre.
2)
La
pieza de carne es un símbolo del Hijo.
3)
La
torta de pasas es un símbolo del Espíritu Santo.
En
Juan 6:32, Jesús le dijo a sus discípulos: “(..) No os dio Moisés el pan del
cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo”. Si bien es cierto
que el pan de vida es una representación directa de Jesús (Juan 6:48), la
fuente de este regalo es el Padre mismo.
Más
adelante, en el versículo 51, Jesús añade: “si alguno comiere de este pan,
vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo
daré por la vida del mundo”. En este pasaje, el Señor apunta que el pan
consiste en el sacrificio que hará para el perdón de la humanidad.
Las
pasas, como sabemos, se derivan de las uvas. A su vez, las uvas son la materia
prima del vino, el cual se considera un símbolo del Espíritu Santo. Tomando
en cuenta esto, tenemos que David era un ministro integral. Tenía la
capacidad de tomar algo de cada una de las personas de la Trinidad para
impartirlo al pueblo. Por otro lado, vemos que con la torta de pan David
anunciaba la venida de Cristo, mientras que con la pieza de carne anunciaba su
sacrificio como cordero y con la torta de pasas anunciaba el nuevo pacto que el
Señor instituía con Su pueblo (1 Corintios 11:25).
“Asimismo tomó también la copa, después de
haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto
todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí”. 1 Corintios 11:25
(RVR 1960).
Es
interesante que David repartió todos estos elementos tanto a hombre como a
mujeres. Esto tiene relación con Gálatas 3:28 donde dice que “ya no hay
judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús”. También con Joel 2:28-29 donde se
describe que en los postreros días el Espíritu Santo sería derramado sobre toda
carne de modo que los hijos y las hijas profetizarían. Entre otras cosas, David anunciaba con
estas dádivas que el sacrificio de Cristo y la posterior venida del Espíritu
Santo serían sin distinción de género.
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