“Era Joás de siete años cuando comenzó a reinar” 2 Reyes 11:21 (RVR 1960).
La historia de Joás es una de las más interesantes entre los antiguos reyes de Israel. No solamente porque comenzó a reinar siendo niño, sino por el trasfondo familiar del cual proviene. Su abuela era Atalía y su padre era Ocozías, un hombre que hizo lo malo ante los ojos de Jehová. Su hermana era Josabet, quien estaba casada con el sacerdote Joiada. Ambos tuvieron un hijo de nombre Zacarías.
“Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la descendencia real. Pero Josaba hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de Atalía, a él y a su ama, en la cámara de dormir, y en esta forma no lo mataron. Y estuvo con ella escondido en la casa de Jehová seis años; y Atalía fue reina sobre el país”. 2 Reyes 11:1-3 (RVR 1960).
Desde muy niño, cuando tenía un año de edad aproximadamente, Atalía se levantó para usurpar el trono. Para lograrlo, ¡atentó contra la vida de su propio nieto! Para salvarlo, su hermana lo ocultó en el templo con ayuda de su esposo el sacerdote Joiada. Durante seis años, Joiada lo cuidó como a su propio hijo hasta que Atalía fue quitada del trono. Inmediatamente después de este suceso, Joás comenzó a gobernar.
A pesar del difícil comienzo de su vida, Joás tenía todo a su favor para ser un gran líder nacional: Provenía del linaje real de David, fue protegido por el sacerdote de Israel, contaba el respaldo familiar de su hermana Josabet y comenzó a gobernar desde los 7 años de edad. Sin duda, el futuro pintaba bien para él. Sin embargo, años más adelante, leemos que se apartó de Jehová y se escribió de él:
“Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber dejado a Jehová, él también os abandonará. Pero ellos hicieron conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo, en el patio de la casa de Jehová”. 2 Crónicas 24:20-21 (RVR 1960).
Increíblemente, el mismo rey que tenía en sus inicios un buen futuro, ordenó el asesinato de su propio primo, en el patio del templo donde su hermana Josabet y su esposo Joiada le habían salvado la vida. ¿Qué sucedió en el camino para que Joás terminara así? ¿Por qué lo que inició bien, terminó mal? La Biblia no nos da muchos detalles, pero nos deja ver lo siguiente:
“Después de esto, aconteció que Joás decidió restaurar la casa de Jehová”. 2 Crónicas 24:4 (RVR 1960).
“Y Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Joiada”. 2 Reyes 12:2 (RVR 1960).
"Y daban el dinero suficiente a los que hacían la obra, y a los que tenían a su cargo la casa de Jehová; y ellos lo gastaban en pagar a los carpinteros y maestros que reparaban la casa de Jehová y a los albañiles y canteros; y en comprar la madera y piedra de cantería para reparar las grietas de la casa de Jehová, y en todo lo que se gastaba en la casa para repararla. Mas de aquel dinero que se traía a la casa de Jehová, no se hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni jofainas, ni trompetas; ni ningún otro utensilio de oro ni de plata se hacía para el templo de Jehová". 2 Reyes 12:11-13 (RVR 1960).
Joás tuvo la intención de restaurar el templo. Para hacerlo, recaudaron ofrendas del pueblo que continuamente se entregaban a quienes hacían la obra. Aunque lograron el cometido de mejorar la apariencia externa de la casa de Dios, no se hicieron instrumentos para el servicio de la casa de Dios. Había una estructura bonita en el templo pero no había material para que los sacerdotes desempeñaran su oficio. Si a esto le sumamos que Joás sólo hizo lo correcto mientras Joiada vivía, nos queda decir que el problema de Joás fueron las apariencias.
El servicio es indispensable en la vida de un hijo de Dios. El servicio humilla nuestro corazón y nos ayuda a escuchar atentamente la voz del Señor. Joás no tuvo un corazón de servicio; se preocupó por arreglar la parte externa del templo, pero no por lo esencial que se encuentra en el interior. Cuando perdemos la pasión por el servicio, evidenciamos que el Espíritu de Dios ha dejado de obrar en nosotros. La buena noticia, es que el Señor en Su gracia, puede avivar el deseo de servir en nuestros corazones:
“Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu”. Romanos 12:11 (NVI).
ORACIÓN DE HOY: Señor, te pedimos que tu Espíritu avive la pasión en nuestras vidas por servir en Tu casa y en Tu reino. Rogamos que despiertes nuestro espíritu para brindarnos en devoción y servicio a ti como mereces. En el Nombre de Cristo Jesús, amén.
1) Que el Señor despierte el espíritu de nuestra familia para servir a Dios.
2) Que el espíritu de nuestros líderes espirituales nunca se apague. Que nunca pierdan la pasión de servir al Señor.
3) Que nuestras autoridades terrenales vengan al conocimiento del Señor Jesús y le amen y sirvan con todo su corazón.
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