Desde la antigüedad, en la época del viejo pacto, el Señor demandaba la sangre de animales para el perdón de pecados. Por esta razón es imposible separar la adoración del sacrificio. Sin embargo, la Biblia dice que la sangre de estos animales no podía quitar permanentemente el pecado de los hombres. Era necesario que ocurriera un sacrificio perfecto para hacernos aceptos delante del Padre para siempre:
"Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados". Hebreos 10: 4, 12, 14 (RVR 1960).
El sacrificio de amor de Jesús es el único sacrificio perfecto que el Dios justo de los cielos podía recibir como expiación de los pecados de la humanidad. Debido a que el acto de amor y obediencia de Jesús en la cruz constituyó la adoración más sublime de la historia del universo, tenemos mucho que aprender de él para llevar a cabo nuestro altar de adoración personal.
"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo". Hebreos 1:1-2 (RVR 1960).
Dios se encuentra hablando permanentemente a través de varias formas. Los profetas, los pastores y el resto de los ministerios que conocemos son algunos de ellos. Pero por encima de todos los anteriores, el Señor nos habla a través de Su Hijo, quien se revela a Sí mismo en las Escrituras. Desde Génesis 1:1 hasta Apocalipsis 22:21, el contenido de la Palabra gira en torno a Jesús:
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Juan 1:1 (RVR 1960).
La Palabra (el Verbo) es Jesús. Cuando mencionamos la Palabra al Padre, estamos recordando que Jesús es el único sacrificio perfecto, capaz de agradar Su corazón. En consecuencia, nuestra oración y adoración, son escuchadas, son recibidas y se vuelven efectivas. Esta es la razón por la que debemos mencionar Su Palabra en cada una de nuestras oraciones y actos de adoración personal. A pesar de vivir varios siglos antes de la manifestación humana de Jesús, Nehemías entendía este principio:
"Y dije: Oh Señor, Dios del cielo, Dios grande y temible que cumples tu pacto de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus mandatos, ¡escucha mi oración! Mírame y verás que oro día y noche por tu pueblo Israel. Confieso que hemos pecado contra ti. ¡Es cierto, incluso mi propia familia y yo hemos pecado! Hemos pecado terriblemente al no haber obedecido los mandatos, los decretos y las ordenanzas que nos diste por medio de tu siervo Moisés. Te suplico que recuerdes lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si me son infieles los dispersaré entre las naciones; pero si vuelven a mí y obedecen mis mandatos y viven conforme a ellos, entonces aunque se encuentren desterrados en los extremos más lejanos de la tierra, yo los volveré a traer al lugar que elegí para que mi nombre sea honrado”. El pueblo que rescataste con tu gran poder y mano fuerte es tu siervo. ¡Oh Señor, te suplico que oigas mi oración! Escucha las oraciones de aquellos quienes nos deleitamos en darte honra. Te suplico que hoy me concedas éxito y hagas que el rey me dé su favor. Pon en su corazón el deseo de ser bondadoso conmigo. En esos días yo era el copero del rey". Nehemías 1:5-11 (NTV).
Nehemías recordó al Señor pasajes como Levítico 26:33-39 y Deuteronomio 4:25 al 29. Como resultado, Dios concedió lo que le pidió: el favor de Rey. Roguemos a Dios, a través de Su Palabra, que nuestras peticiones a favor de México y el mundo sean concedidas.
ORACIÓN DE HOY: Señor, rogamos que provoques en nosotros amor por Tu Palabra para recordarla en nuestro tiempo de oración y adoración. Enséñanos a usar Tu Palabra como conviene para que veamos Tu respuesta en todo lo que pidamos. En el Nombre de Jesús, amén.
MOTIVOS ESPECÍFICOS DE ORACIÓN:
1) Que el Señor conceda que Su Palabra de Dios sea el centro de nuestras vidas.
2) Que la Palabra de Dios traiga cambios a nuestra vida familiar.
3) Que Su Palabra more abundantemente en nuestras autoridades espirituales.
4) Que nuestras autoridades terrenales reconozcan la necesidad que tienen de Dios y recurran a Su Palabra para encontrarlo.
5) Que la Palabra de Dios traiga cambios a nuestra nación.
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