"Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde". Hechos 4:1-3 (RVR 1960).
Poco tiempo después que Pedro y Juan fueron usados por Dios para sanar a un cojo de nacimiento, se metieron en problemas. Típico de los hombres del Señor con unción. La santa unción puede causar conflictos. Así le ocurrió a Moisés, David, Elías e incluso al propio Jesús. Ahora era el turno de estos apóstoles y frente a ellos, se encontraba un grupo de espectadores muy especiales:
"Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes. Y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre habéis hecho vosotros esto?". Hechos 4:5-6 (RVR 1960).
Las personas que durante años fueron incapaces de ayudar a un pobre cojo de nacimiento, recriminaban a dos humildes judíos haber operado un milagro del cielo. Tal parece que la crema y nata de la organización religiosa creía tener los derechos de exclusividad del Señor en la tierra. Los descendientes de Aarón, los que eran de la familia de los sumos sacerdotes, pensaban estar calificados para juzgar la vida de otros hombres. Como si nacer en una familia ministerial fuera sinónimo de ser gente de Dios. Por desgracia, todavía existe gente que lo único que tiene de Dios en sus vidas, es el apellido de sus predecesores. Pero esa es otra historia.
A pesar de haber sido amenazados para que dejaran de predicar el Evangelio del Señor Jesús, Pedro y Juan confrontaron el poder eclesiástico y terrenal que se les puso enfrente y dejaron en claro las cosas. Cualquier persona promedio se hubiera cohibido, pero ellos respondieron así:
"Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído". Hechos 4:18-20 (RVR 1960).
Nada ni nadie puede estar por encima de la Verdad del Evangelio. Esta es una premisa absoluta. Ellos lo sabían bien y gracias a Dios salieron victoriosos de ese lugar. Pero lo más interesante de esta historia, es cuando los apóstoles llegaron con sus familias y contaron lo sucedido. Esta fue la reacción de ellos:
"Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo". Hechos 4:23-26 (RVR 1960).
En otras palabras, dijeron que este suceso era el cumplimiento de la profecía de David, escrita en el Salmo 2. En este pasaje, el salmista afirma que la intención de esta conspiración es romper las ligaduras y las cuerdas del Señor:
"¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas". Salmos 2:1-3 (RVR 1960).
Las cuerdas del Señor, de acuerdo con el profeta Oseas, tenían por objeto apartar a Israel de la idolatría. En sentido figurado, las cuerdas eran los límites que Dios ponía a Su pueblo para hacerlo santo y consagrado a Él. Sin embargo, Israel se obstinó en rechazarlas:
"Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios. Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida". Oseas 11:2-4 (RVR 1960).
En la actualidad, los gobernantes de la tierra pretenden rechazar a Dios a toda costa. Cada vez más países aprueban leyes a favor del aborto, el matrimonio igualitario, etcétera, añadiendo afrentas contra el Señor. Es una situación terrible, pero quizás no lo sea tanto como que los sacerdotes rechacen al Señor. En el caso de lo que ocurrió con Pedro y Juan, fueron el sumo sacerdote y los miembros de su familia quienes trataron de impedir que se predicara en el Nombre de Cristo Jesús. ¡Eso es el espíritu del anticristo! No es coincidencia que años más tarde, el mismo apóstol Juan escribiera en una de sus cartas:
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo". 1 Juan 4:1-4 (RVR 1960).
El espíritu del anticristo pretende impedir que Cristo sea el centro de la vida y el mensaje de la iglesia. Puede hacerlo de forma abierta como en el episodio de Pedro y Juan en Hechos, pero también emplea métodos más sutiles, como hacer creer que no se necesita de Cristo para ser plenos, induciendo así tibieza en la vida espiritual de la iglesia. Esto le pasó a la iglesia de Laodicea:
"Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Apocalipsis 3:17,20 (RVR 1960).
Lamentablemente, es posible que la iglesia sea la primera en dejar a Jesús fuera de ella. Pero la gracia del Señor consiste en que Él nos ama y hasta el día de hoy continúa llamando nuestra atención para volver al centro de nuestro corazón. La mejor manera de evitar ser presas de este espíritu es recurriendo de nueva cuenta a la intimidad de Su presencia, para ser llenos de Su Espíritu. Cuando eso suceda, seremos capaces de responder a las presiones como lo hicieron Pedro y Juan. La evidencia de la llenura del Espíritu de Dios en nuestras vidas será, (siempre ha sido), hablar la Palabra de Dios, (la muerte y resurrección de Jesús), con denuedo.
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