“Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu” Eclesiastés 2:17 (RVR 1960).
El autor de estas palabras no es una persona cualquiera. Está hablando el hombre más sabio y rico en la historia de la humanidad. La sabiduría y las riquezas que poseía le fueron entregadas por Dios, como señal de un pacto eterno. Estamos hablando del rey Salomón.
Salomón comenzó su reinado como un gran adorador. Es el único de los reyes de Israel a quien Dios se le apareció directamente en dos ocasiones. Cuando inauguró el templo, la Biblia dice que sacrificó 22 mil bueyes y 120 mil ovejas (2 Crónicas 7:5), lo que nos muestra un corazón dispuesto para la adoración a Jehová, además de su gran poder económico. Por si fuera poco, se dice que cuando gobernó, la plata llegó a ser tan común como las piedras en las calles (1 Reyes 10:27).
Es de llamar la atención que comenzara siendo tan bendecido por el Señor y que terminara fastidiado de la vida. ¿Qué pudo llevar a Salomón a este punto? ¿Por qué el hombre más próspero y sabio de la humanidad terminó así? La Biblia nos deja entrever dos razones:
“Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría” Eclesiastés 2:4-9 (RVR 1960).
La primera de ellas consiste en que edificó obras para satisfacer sus ambiciones personales, no para glorificar a Dios. Si observamos las partes subrayadas, encontraremos que, en apenas 6 versículos, Salomón hace alusión directa a sí mismo en 8 ocasiones, mientras que en la totalidad de los capítulos 1 y 2 de Eclesiastés sólo menciona a Dios en 4 de forma indirecta. Este fue el gran error de Salomón: comenzó poniendo su corazón en Dios y terminó poniéndolo en sus deseos humanos.
“Pues sucedió que cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no estuvo dedicado por entero al Señor su Dios, como había estado el corazón de David su padre” 1 Reyes 11:14 (LBLA).
La segunda razón es que su corazón se desvió hacia dioses ajenos, gracias a que se relacionó sentimentalmente con mujeres extranjeras, entre las que se encuentran la hija del Faraón y mujeres moabitas, amonitas, edomitas, hititas y sidonias. Por desgracia, esta desviación del corazón de Salomón es la misma que vive la iglesia de Cristo en estos tiempos: Su iglesia ha emparentado con doctrinas ajenas a la Palabra de Dios. Muy probablemente el rey Salomón se confió porque a pesar de sus errores, conservó su sabiduría y sus riquezas. Del mismo modo, la iglesia se ha confiado en que conserva consigo sus dones materiales e intelectuales a pesar de caminar en la equivocación, o peor aún: porque conserva consigo los dones del Espíritu de Dios.
“Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” Romanos 11:29 (RVR 1960).
Lo más triste es que una vez que el corazón de Salomón se desvió, Dios dejó de revelarse a él. Nunca más se menciona que Dios volviera a hablarle directamente, como lo hizo en dos ocasiones previas. Ni siquiera se menciona que Dios le haya vuelto a hablar a través de un profeta. Tal parece que el error de un líder espiritual, apagó la voz profética en Israel… Y la está apagando en la iglesia.
La buena noticia es que, a pesar de nuestros errores, el Señor desea hablarnos en todo tiempo y en toda circunstancia. Él permitió que se plasmaran por escrito las equivocaciones de sus siervos en el pasado para que evitemos caer en ellos el día de hoy.
ORACIÓN DE HOY: Señor, te rogamos que nos concedas tener un corazón enteramente dedicado a Ti. Enséñanos a escuchar Tu voz y a honrarte a través de la obediencia y el sacrificio. No permitas que nuestro corazón se desvíe tras cosas vanas o dioses ajenos. Perdónanos porque los mismos errores de Salomón, los hemos cometido consciente e inconscientemente. Nunca dejes de revelarte a nuestras vidas. Vuelve nuestro corazón a Ti. En el Nombre de Jesús, amén.
1) Que el Señor nos conceda que nuestro corazón nunca se desvíe tras cosas vanas, ambiciones personales o doctrinas ajenas a la Palabra de Dios.
2) Que el Señor preserve el corazón de nuestros líderes espirituales y que la voz profética del cielo no se apague en la tierra.
3) Que nuestras autoridades terrenales recurran a la sabiduría y los dones de la iglesia de Cristo para gobernar.
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