Pequeña disertación sobre el salmo de David:
57:1:
“Ten misericordia de
mí oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la
sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos”. Tal parece que el salmista reconocía que
los sucesos recientes de persecución formaban parte de una etapa de formación
en su vida a base de quebranto, misma que era tarde o temprano llegaría a su
final. Es como si estuviera plenamente convencido que a pesar de que la prueba
era difícil, no sería su final.
57:2:
“Clamaré al Dios
Altísimo, al Dios que me favorece”. La situación de David distaba mucho de ser
la mejor. En el momento que redacta este salmo era un pobre forajido que huía
de su antiguo señor sin tener culpa en sus manos que perseguir. A pesar de
vivir una realidad espantosa y que las circunstancias no le eran propicias,
David declaró que contaba con el favor de Dios. David vivía seguro en que a
pesar de lo que sus ojos veían no era el mejor panorama, el favor de Dios
seguía siendo con él.
57:3-4:
“Él enviará desde los
cielos, y me salvará de la infamia del que me acosa; Dios enviará
su misericordia y su verdad. Mi vida está entre leones; estoy
acechado entre hijos de hombres que vomitan llamas; sus
dientes son lanzas y saetas, y su lengua espada aguda”. David
no ignoraba el peligro de su realidad ni el poder de sus enemigos. Tal parece
que los reconoce como acechadores valientes y poderosos, dispuestos a terminar
con él a la menor provocación.
57:5:
“Exaltado seas
sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria”. David voltea de ver a sus enemigos para
enfocarse en la grandeza de Dios.
57:6:
“Red han armado
a mis pasos; se ha abatido mi alma; hoyo han cavado delante de mí; en
medio de él han caído ellos mismos”. David
vuelve a ver a sus enemigos y reconoce los detalles de sus planes así como su
magnitud. También admite el dolor que esto le produce en el alma.
57:7-11:
“Pronto está mi
corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré y trovaré salmos.
Despierta alma mía; despierta, salterio y arpa; me levantaré de mañana.
Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las
naciones. Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes
tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu
gloria”. A pesar de las
situaciones difíciles, el espíritu de David (su corazón) se encuentra
dispuesto. No ocurre así con su alma, pero el salmista emite una orden para que
su alma despierte a reconocer y alabar la misericordia y la verdad del Señor. Para
obligar a su alma, el salmista decide tomar sus instrumentos musicales y levantarse
de mañana para elevar sus alabanzas a Dios.
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