La Biblia es un compendio de libros que contienen historias crudas sobre personas de la vida real. Tan comunes y corrientes como usted y como yo, que con la ayuda del Señor lograron proezas. En su contenido, se incluyen las virtudes de hombres y mujeres del Señor, pero también sus defectos. Así como se retratan los puntos fuertes de estos personajes, aparecen de cuerpo completo los puntos débiles.
El profeta Elías era un hombre de Dios sorprendente. Fue el primero en hacer descender fuego del cielo y también el primero en ser usado por Dios para resucitar una persona. Sin embargo, estaba sujeto a pasiones como las nuestras, como si vivera en estos tiempos. Una de ellas era el temor:
“Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías, diciendo: Así me hagan los dioses y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu vida como la vida de uno de ellos. Él tuvo miedo, y se levantó y se fue para salvar su vida; y vino a Beerseba de Judá y dejó allí a su criado”. 1 Reyes 19:2-3 (LBLA).
Una de las primeras reacciones que vemos en Elías, producto del temor, es que huyó de Jezabel. El miedo es una respuesta adaptativa que ha permitido al hombre sobrevivir a situaciones de estrés a lo largo de la historia. Hasta este punto es comprensible que haya huido por salvar su vida. Sin embargo, el problema vino más adelante:
“El anduvo por el desierto un día de camino, y vino y se sentó bajo un enebro; pidió morirse y dijo: Basta ya, SEÑOR, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres. Y acostándose bajo el enebro, se durmió; y he aquí, un ángel lo tocó y le dijo: Levántate, come”. 1 Reyes 19:4-5 (LBLA).
Esa es la primera reacción que vemos de Elías ante el temor. El profeta literalmente pidió morirse. Increíblemente, el hombre que acababa de demostrar arrojo y valor para degollar a 850 falsos profetas, le estaba implorando a Dios que acabara con su vida. Tal parece que al profeta le sobrevino una depresión. Más adelante vemos:
“Se levantó, pues, y comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Allí entró en una cueva y pasó en ella la noche; y he aquí, vino a él la palabra del SEÑOR, y El le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:8-9 (LBLA).
La segunda reacción es que Elías se escondió. El hombre que había desafiado públicamente a falsos dioses con sus falsos profetas, ahora se encontraba temblando de miedo, deseando que nadie lo encontrara. Quizás deseando que nunca hubiera ocurrido nada de lo que realizó. Luego, en otro episodio, vemos:
“De nuevo el rey le envió al tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta. Y cuando el tercer capitán de cincuenta subió, vino y se postró de rodillas delante de Elías y le rogó, diciéndole: Hombre de Dios, te ruego que mi vida y la vida de estos cincuenta siervos tuyos sean preciosas ante tus ojos. He aquí que ha descendido fuego del cielo y ha consumido a los dos primeros capitanes de cincuenta con sus cincuenta; mas ahora, sea mi vida preciosa ante tus ojos. Entonces el ángel del SEÑOR dijo a Elías: Desciende con él y no le tengas miedo. Se levantó Elías y descendió con él al rey”. 2 Reyes 1:13-15 (LBLA).
La tercera reacción de Elías consiste en que acentuó su comportamiento impulsivo. El temor que sentía al ver los hombres que lo llevarían delante del Rey Ocozías, hizo que ordenara que fuego cayera del cielo. Su conducta impulsiva le costó la vida a personas que sólo cumplían con su trabajo. Del mismo modo, el temor puede orillarnos a tener malas actitudes que perjudiquen a los demás. Finalmente, la cuarta reacción de Elías ante el temor se encuentra en Santiago 5:17:
“Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses”.
Las primeras tres reacciones que Elías mostró ante el temor se pueden considerar normales, por nuestra naturaleza humana. Pero el orar con fervor sólo puede ser propiciado por el Espíritu de Dios. Él es el único que puede derramar espíritu de oración sobre nuestras vidas:
“Entonces derramaré un espíritu de gracia y oración sobre la familia de David y sobre los habitantes de Jerusalén (…)”. Zacarías 12:10 (NTV).
Dios conceda que en este tiempo en el que abunda el temor por la pandemia, el Señor nos muestre Su gracia para orar fervientemente, en lugar de huir, deprimirnos, escondernos o ser impulsivos.
ORACIÓN DE HOY: Señor, rogamos que Tu Espíritu Santo nos conceda reaccionar ante el temor como conviene: orando con fervor. Despierta nuestro espíritu para orar. Incítanos a buscarte con pasión en este tiempo. Por favor líbranos de la depresión y no permitas que nos escondamos, huyamos o seamos impulsivos. En el Nombre de Jesús, amén.
1) Que el Señor libre a nuestras familias de la depresión producto del temor. Que el Señor conceda que nuestras vidas y la de nuestras familias, respondan con oración a la pandemia que vivimos.
2) Que nuestras autoridades espirituales sean preservadas de las respuestas equivocadas al temor y que Dios los lleve a subir su nivel de oración y búsqueda de Dios.
3) Que las autoridades de nuestro país no sean presas del temor y que Dios les permita tomar decisiones correctas en medio de la pandemia. Que Dios les conceda buscarlo en oración para obtener la sabiduría necesaria y ser salvas.
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